Se acabó el sushi, las comedias románticas de sábado por la noche, los sueños de tener un caniche microtoy, las pilas del control remoto de la videocasetera, las llamadas por la madrugada, los cuadernos de prosa poética, los regalos del mes, los caprichosos mensajes de texto, los delirios de grandeza, la paciencia desmedida, las salidas a museos, los conciertos de jazz, los tragos largos en bares caros, la ropa planchada, los perfumes de invierno, las bufandas tornasoladas, los cigarrillos mentolados, los lápices de colores, los profilácticos frutales, los helados triple gusto, los comentarios sarcásticos, las golosinas de Estados Unidos, el intercambio cultural, las palomas en las plazas, las antenas en los edificios, las nubes en el cielo, el cielo en el mundo, el mundo en los pañuelos, las lágrimas en las tazas del té, y al fin, otra vez, el amor.-
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