No te asustes, pero creo que estás embarazada, o que estuviste embarazada y no lo supiste, o lo que es aún peor: que estuviste embarazada, lo supiste y no tuviste el coraje para llamarme y decirme que antes de cortar, hace cinco años, pariste un hijo mío, con mis ojos achinados y ese lunar característico que llevamos los primogénitos de mi familia, justo debajo del labio inferior, del lado izquierdo. En el caso de que hayas criado durante todo este tiempo un hijo que habrá preguntado por su verdadero padre sin obtener una respuesta sincera, solo puedo decirte que sos una hija de mil putas, y que eso no se le hace a un hombre todavía enamorado de vos. Porque nunca tuve tantos deseos de que tengamos un hijo, de darte al fin una razón coherente para que te quedaras conmigo, atarte a la euforia del afecto salvaje, someterte a esta vida que pensé para nosotros. Quiero creer que le pusiste mi nombre. Lo prometiste. Juraste que le pondrías mi nombre que es el nombre de papá y del abuelo y del bisabuelo. Si le pusiste mi nombre, si te atreviste, por qué no me llamaste para contármelo, aunque más no sea, como una anécdota simpática de mirá, tuve un hijo, y quiso la casualidad que llevara tu nombre, y yo habría entendido el mensaje. Hubiese sido hermoso tener un hijo con vos: imaginarte al momento del parto, disfrazarme de enfermero, abrazarnos todos juntos y decirle a los amigos que tuvimos un hijo (con mi nombre y todo). Pero no llamaste; es muy probable que no hayas tenido un hijo y que a esta altura solo nos unan mis estériles ganas de haberte dado un motivo que nos convoque.-
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(imagen extraída de aquí)
2 comentarios:
un hijo anuda todo lo que queda suelto
me dijo mi analista
el problema es cuando no queda nada más por anudar
clap clap clap
como siempre
Perdón, sigo imaginándote vestido de enfermero y no puedo parar de reirme. Como siempre, brillante.
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