Termina la repetición de algún programa de chimentos, en la calle se corta la luz, las chicas lindas apagan sus teléfonos celulares y uno queda pedaleando en el aliento de la noche pegajosa. Tal vez me masturbe con la voz del 113 y si lo recuerdo, antes de dormir, voy a improvisar un rezo famélico hacia el Dios pigmeo que vive adentro de la cajita de tus anteojos.-
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Foto de Robbie Augspurger, extraída de aquí.-
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