Podrían preguntar sobre la procreación humana, demandar computadoras supersónicas y PlayStations conectadas a satélites intergalácticos. Podrían también exigir explicaciones convincentes acerca de la desigualdad social, la violencia y los asesinos seriales en el mundo. Pero no. Antes que nada, los hijos que aún no tengo van a ser crueles, porque ser cruel es divertido e instintivo y porque la miseria es lo primero que se hereda. No sabré qué decir cuando me pidan definiciones sobre el arrepentimiento. De nada van a servir los títulos universitarios obtenidos, las constancias de asistencia a conferencias aburridísimas en el Noroeste del conocimiento sexual o los consejos que incluso me dio mi propio padre sin siquiera imaginar que algún día, dentro de largos años, vendría a tomarme examen un escuadrón de criaturas que aún se golpean la cabeza con las puntas de la mesa del comedor. Hijos míos: según la Real Academia Española, el arrepentimiento es el "pesar de haber hecho algo", y ellos no entenderán nada, mirarán con cara de qué padre choto que tenemos, no sabrán aún lo que es un padre choto en serio pero van a adivinar que están frente a uno de pura cepa, un padre genuinamente choto, falto de ideas, carente de gracia y sentido y coraje y respuestas para hijos curiosos. Al ver al fin esas caritas derrotadas, voy a sonreír con honda satisfacción: cualquier fracaso silencioso será mejor que definirles tu nombre.-
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imagen extraída de aquí.-
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