Se trata de una
estructura circular -no supera los cuatro metros de diámetro-
protegida por dieciséis columnas altas hasta las nubes y hechas del
más delgado cristal. En
el medio de cada columna hay reducidos espacios que ocupan flores de
tantos colores como la escala cromática permite imaginar. Esas
mismas flores -que a su vez cambian de color según la orientación
de los distintos soles giratorios- parecen moverse cuando son
abrazadas por el agua del manantial (circular) que protege el punto
neurálgico de la estructura, de modo tal que con la luz de los soles
y el viento húmedo, se forman incontables arcoiris que son
atravesados por pájaros tornasolados, especies descatalogadas que
desfilan por sobre la cascada infinita. El manantial arrastra perlas
y diamantes que duermen al pie de las columnas de cristal. Una música
muy liviana -podría ser un clave- suena todo el tiempo sin llegar a ser
tediosa. Enredaderas doradas ganan las columnas y caen hasta el agua
del manantial donde reposan en el fondo precioso. En el centro de la
estructura, mi viejo duerme la siesta con un libro encima del pecho.-
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La foto es de NNN.-
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La foto es de NNN.-
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