Rezaré para que se haga un tajo en el cielo celeste bebé, aparezca una mano inédita y te cubra entera con la luz de la humildad y la madurez. Si acaso esa luz no te hace una mejor persona, rezaré entonces para que al menos ese derrame divino te pulverice en la fila de algún banco bonaerense o al bajar las escaleras de la facultad en la que das clases. Tus cenizas vendrán a pegarse en mi ventana: ni la soberbia romántica ni la muerte absurda logran torcer el instinto reincidente de los binomios exactos.-
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imagen extraída de aquí.-
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