Cuando me pregunte si volví a verte, casi con desconfianza y fingido desinterés, voy a negar todo, a decirle que nunca te vi, que no sé qué me pasó, que estaba mal, estaba loco, triste, estúpido. No voy a decirle a mamá lo que yo sólo sé: que ahí estabas, en la esquina de Segurola y Juan B. Justo, con el pañuelito blanco de flores amarillas y rosas cubriéndote la cabeza calva. Creo que vos también me viste desde la otra vereda, y entendiste mis ojos desesperados, más de sorpresa que de susto, y ni siquiera sonreíste, jamás volviste a sonreírme. Pero por más que sea verdad y que nadie me crea -y cuando uno sabe algo y todos se oponen, lo hacen dudar-, no voy a decirle a mamá, no para que se ponga otra vez a pensar, para que me insulte y me diga que no puede ser porque ella ya no..., y haga la cena y se corte los dedos y me golpee y me obligue a decir y repetir varias veces lo contrario: que no te vi, que inventé todo, que soy un mentiroso, un enfermo que le quiere hacer mal a mami, y que los muertos no aparecen así porque sí.-
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(imagen cortada, extraída de aquí)
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