Si se te ocurre que ella podría encajar perfecto en ese espacio que completa la mesa familiar, o incluso que sería de mucha utilidad para leer los diarios en esos eternos viajes en auto al Sur, o que prepara buenos desayunos, o que su ropa interior combina con el color de los azulejos de tu baño, o que por más que no le guste hacer la cama reconocés que la deshace muy bien, o se te cruza por la cabeza lo interesante de comentar una pésima película con ella, o te sentís que juntos son libres a la hora de ser prejuiciosos y discriminadores y cínicos en la intimidad del para ser honesto..., o sentís que las canciones de Cesar Banana Pueyrredón te hablan todas al oído, o cambiaste las lecturas del Marqués de Sade por las recetas de la Hermana Bernarda, o a escondidas y antes de ir adormir te ponés cremas antiage, o te paraste un segundo a pensar cómo sería ese mismísimo segundo dentro de mil años junto a ella, fumando un cigarrillo de una marca que todavía no existe, cerca del mar pero no tanto porque hace frío, quiero decirte, estimado chaval, que lo lamento mucho porque estás hasta las bolas.-
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(imagen extraída de aquí)
4 comentarios:
Había entrado varias veces al blog y me pareció muy bueno, pero este poema, carta, o lo que sea, me encantó. Sencillo y concreto, muy lindo.
Y cómo cuesta volver de todo eso, eh.
Realmente muy bueno.
Y mi conclusión es que entonces estoy hasta las bolas. Un gran abrazo, compañero, disfrutá tus vacaciones.
Yo estoy toda tomada. Soy capaz de darle la milanesa menos quemada, la última porción de mi torta favorita, el huevo con la yema más grande, de viajar catorce mil kilómetros sólo para besarlo, y de...y de...y de...
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