viernes, 18 de julio de 2014

durazno

Fumar a escondidas, de madrugada, encerrado en el baño de mi propia casa y expulsar el humo por la ventanita, en un soplido delgado y paranoico. Querida, ya no puedo vivir así, orquestando intentos de suicidio a la orilla de la mesada del living con infames cócteles de Rivotril y licor de durazno, tiritando a cada instante en que presiento que se te acerca un hombre con intenciones de seducción, fingiendo que aún duermo cuando tu celular vibra y hace luces y revienta en mí la piñata de preguntas que en ese momento estoy a punto de hacerte y al final no, mejor no, quizá en otro momento, que no piense de entrada que estoy loco. No quiero vivir con la inconsistencia de que no sepas quién es quién, alumna de colegio primario que es invitada siempre a lugares peligrosos por gente siempre peligrosa. Me es tedioso sentir la presión de andar alerta, arrastrando los pies al caminar por las veredas rotas de Villa Urquiza, con pánico y mujeres que me observan y yo sin corresponderles ni en la mirada, que hasta esa señorita mínima que atiende en la recepción de AFIP, la que parece un dibujito animado, ahora me mira y me sonríe con toda la boca perfumada de seducción animal. Y yo no. Yo estoy en silencio. Yo perfumado para vos que te perfumás para todos, y recibís aluviones de solicitudes de amistad en Facebook, y yo acepto volantes de rotiserías que abren en mi barrio y que cerrarán en tres meses porque así es la naturaleza, y a vos que te invitan a degustaciones de vinos que ni siquiera existen, y yo que vine pero no sé por cuánto tiempo me quedo.-
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imagen extraída de aquí.-