miércoles, 27 de abril de 2011

Messi

No exagero si me refiero a él como el Lionel Messi de los vendedores ambulantes, y no por su parecido con el astro del Barça, sino por su forma de gambetear el discurso preestablecido y monótono que imita el resto de sus colegas. Él es el 10 de un escuadrón anónimo, capitán de un equipo tantas veces ninguneado, tomado por chanta, por ladri, por busca. Este muchacho, el Messi del tren Sarmiento, es un homenaje a la avivada criolla más inofensiva y autóctona que existe, porque el tipo no es un chorro, te venderá algún que otro DVD trucho al que no le funque muy bien el audio, pero el amigo te hace creer cualquier cosa. Este muñeco de verdad hace la diferencia, porque sabe lo que está vendiendo y sabe a quién. Entiende las necesidades de la gente, y sino, te las inventa y te ofrece la solución, pero sí o sí, te vende algo: al día de hoy son copias de películas que ahora proyectan en el cine, pero este jugador te vende linterna halógena a dínamo, cuchillos para cortar pan de salvado, guías desactualizadas del conurbano marplatense o vencidas lapiceras de segunda marca. No te engañes y no intentes engañarlo. No podrás. Y si lo ves ahí, meloso con sus productos y despojado de sí mismo mientras su pésima pronunciación en inglés te hace recagar de risa, yo te diría que no te resistas y metas la mano en la billetera para comprar lo que él te venda. De otra forma, sabé que te vas a estar perdiendo del inmaculado souvenir que viene a ofrecerte -sin compromiso de compra- el Messi del tren Sarmiento.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

lunes, 25 de abril de 2011

geriátrica

Enterate: tengo debilidad por las radiólogas de los hospitales. No puedo evitar mirarlas, charlar con ellas en el subte, guiñarles un ojo a sus trajecitos leves y llamativos, invitarlas a salir junto a sus ambos delicados, besarlas -sí y solo sí están- enfundadas en esos uniformes holgadísimos. Debo confesarte -ya que a esta altura, se me hace insostenible- que me seducen muchísimo sus ropitas color pastel, la forma en que le piden a uno que se acomode contra las máquinas siempre frías que harán las frías radiografías, su sonrisa ultrasónica -lista en no más de quince minutos, a retirarse por caja junto al bono de la obra social-, el escote reglamentario y el pelo bien recogido. No logro vivir sin ellas, querida: es así. Mentí cuando te dije que asistía viejos en el área geriátrica del Hospital Italiano. Siempre fui a por mujeres vestidas de violeta, celeste, verde agüita o rosa opaco. Fui porque me gustan ellas, y sobre todo, sus camisolas y esos pantalones a juego. Me atrae su compromiso para con la salud, sus risas repetidas, calcadas una atrás de la otra, la brutalidad con que acomodan el cuerpo ajeno y piden retirar todo objeto metálico de la escena. Sé que tal vez esto pueda llegar a complicar nuestra relación, pero confío en que podremos seguir juntos: vos, yo y el puñado de radiólogas con uniformes color pastel.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

viernes, 22 de abril de 2011

lareputamadrequeteparió

Gracias, decía el mensaje, y nada más. un Gracias sin punto final, sin espacio al principio, sin explicación ni justificativo ni teléfono de referencia a donde devolver el agradecimiento, contestar De nada. Ni responder se podía porque se ve que quien lo mandó, lo hizo desde la web o con uno de esos truquitos que usa la gente para cagar a los boludos. Y sí: a mí me cagaron, porque Ella, que nunca toca mis cosas y mucho menos mi celular, me leyó el mensaje mientras me bañaba, y descubrió ese Gracias estúpido, titilante en la pantalla, incoherente y de seguro femenino, porque los hombres no mandan mensajes para decir gracias y nada más, a lo sumo es un Gracias, loco, pero no un Gracias y sólo gracias, y arreglate con la bomba de vacío que te acabo de tirar. Fue un Gracias de muertita viva, de calladita, y la que calla, otorga -vaya uno a saber qué carajo es lo que otorga-. Lo que otorga dudo que pueda llegar a ser algo bueno: Ella tomó el celular, leyó el mensaje -"Gracias", dijo, a lo que le pregunté "¿Otra vez con tus ironías?"; y me respondió "eso es lo que dice el texto, pelotudo"- y comenzó a correrme con que así que ahora andás de favorcitos a otras mujeres. Le pregunté cómo sabía que era mujer, y me dijo que lo sabía. Y yo sé que lo sabe, el problema es que yo también lo sé aunque no sé de qué mujer se trata, porque un Gracias así en abstracto, dice muy poco, y el que poco dice mucho sabe siempre replica ella, pero esta vez no es así, no sé nada, y otra vez leo este Gracias y no sé qué pensar, Gracias de qué, por qué, para qué, Gracias y lareputamadrequeteparió.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

miércoles, 20 de abril de 2011

pote

Dos mujeres desnudas toman helado desde un mismo pote. Comulgan su sexo divino entre la vainilla y el chocolate con almendras. Una es rubia y la otra juega al hockey, y con sus largas cucharas, se baten a duelo en una riña metálica, sinfónica de acero inoxidable y pies descalzos que se hacen amigos. Tiradas sobre la cama enfundada en el acolchado verde que tanto nos gusta -porque se sabe, nos gustan las mismas cosas, y eso incluye las mismas palabras-, son un homenaje a la generosidad de género. Porque así, tan tranquilas, desvestidas de vainilla y chocolate con almendras y frente al televisor, así nadie podría desconfiar de ellas dos -no de ellas, por favor, perfumadas y con el pelo recogido-, ni del pote que se disputan por abrazar para después reír. Porque claro -no lo mencioné-, pero ellas ríen y toman helado, y si ríen es porque saben que yo, vestido, con debilidad por el dulce y con ganas de tomarlas, escribiré estas mismas palabras que no son más que la historia de un pote insignificante, común y agradecido.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

jueves, 14 de abril de 2011

ropita

Porque nunca te mentí -y no pienso comenzar ahora-, tampoco tengo por qué ocultarte que ayer te recordé otra vez, antes de dormirme. Pero si evoqué tus talones sobre mis hombros y tu carcajada de Peugeot 504 vencido, fue para el solo fin de darme inspiración. Sabés a lo que me refiero: se viene el frío y uno busca un poco de calor debajo de las sábanas, en la franela íntima, en la fricción, y bueno, casi por decreto (inapelable, obvio) fuiste seleccionada en el casting express para pasar una noche conmigo (de nada, querida. Hubo fraude en la selección, pero sé discreta frente al resto). Entonces ahí estabas, primero vestida, después no. Como en tantas otras oportunidades, te ubiqué justo sobre mi lavarropas -en ese rincón que conocés, a un lado del canasto de la ropa sucia, en la escena recreada no estaba el canasto, lo eliminé, no te molesta, ¿no? después de todo, es mi sueño-, y mis manos sobre tu cuerpo, y allí te imaginé, tan verosímil, con tu ropita interior turquesa y tu instinto demandante hasta para mirar. Te imaginé, te tuve, te apreté, mordí, lamí, olí tu perfume de muestra gratis en el shopping, me serviste por esa noche, concluyó todo, nos vestimos, sonó el timbre, tu taxi, querida. De vuelta en mi cuarto, tapado y listo para dormir, con la gloria desparramada y tu silueta -tu verdadera silueta, no la que recordé- en cualquier otro lugar lejos de mi cama, debo confesarte -porque desde un principio esto era eso: una confesión con destinatario particular- que más allá de todo sexo, pasada la excitación y el éxito en los hechos, debí padecer unas escandalosas ganas de besarte detrás de la oreja.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

lunes, 11 de abril de 2011

ponele

El Brad Pitt argentino labura en una obra en construcción en una esquina de González Catán. El Brad Pitt argentino es conocido por sus compañeros obreros como "el Brad Pitt argentino" por su notable parecido con el actor de Hollywood. De brazos robustos y siempre puntual -con su casquito reglamentario-, es por lejos el empleado más aclamado por la tribuna femenina, que no escatima en elogios y hasta hace fila para mirarlo desde los balcones. Más de una señorita paqueta se ha llevado su sillita a la vereda para verlo preparar el cemento a este tal Brad Pitt argentino. El Brad Pitt argentino es paraguayo. Domina el guaraní a la perfección. Un laburante, que le dicen. Soltero, 32 años, ponele. Y un módico prontuario, porque consciente de sus atributos físicos, ha podido distinguir entre las mujeres y se ha quedado con lo mejorcito, aunque bien se sabe que entrada la noche y entradas las copas y entradas las mujeres al cuarto del telo adentrado en las afueras del conurbano rasposo, no hay hombre ni Brad Pitt que valga para resistirse al avance de una hembra con apetito cacique, decidida a dar con el entonadísimo macho beta de la obra en construcción. Lo que el Brad Pitt argentino nunca sabrá, es que el Brad Pitt hollywoodense hubiese muerto por parecerse a él: así de fresco, de natural, de sin cirugía plástica ni sonrisa de publicidad de Kinder Sorpresa.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

viernes, 8 de abril de 2011

remite

Me gusta la palabra palabra porque tiene algo que ver con vos y conmigo. Decir palabra me gusta casi tanto como decirte quizá, y es que pensar palabra me remite a vos, a la timidez de las palabras mías que vos entendés pero que fingís no entender. La palabra es el último código que respetamos, es el final de las expectativas y el rincón más lejano al que aspiramos. Más allá de la palabra, el dolor de lo que no llegamos a ser. También es cierto que mi palabra es el máximo compromiso que por el momento puedo darte, y que con eso no alcanza, que vos necesitás y merecés una compañía que no sea solo palabra, que te quiera más allá de lo dicho. La palabra nunca pagó un alquiler, ni piensa en tener hijos, ni te cocina cuando volvés del trabajo. Pero por el momento es todo lo que puedo darte: mi palabra, que no será una cita de autoridad ni muchísimo menos, pero para mí es importante, porque tiene que ver con las palabras que sé que a vos te gustan y a mí me agrada saber que nos gusta lo mismo.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

lunes, 4 de abril de 2011

hemofobia

Vos aprendiste de mí. Que te quede bien claro, que lo sepas y te ardan las manos cuando firmes contrato por la venta de tu dignidad prestada. Vos te quedaste con todo lo que yo pude darte. Y nadie lo sabe. Hice una donación desinteresada para tu PyMe de cuarta. Te dejé ser, te di forma, te mostré cómo hacerlo. Fuiste hábil, y me abandonaste a tiempo. Te llevaste la corona y hoy la gloria es solo tuya. Ahora movés la melena rubia y encantás con preguntas atrevidas. Te felicitan por la calle. Te dicen cosas de mí y vos consultás por quién, no, no sé, no lo conozco. Te olvidaste todo. Estás en superada. En estrella. No voy a ser yo quien salga por las calles a incendiar tu fama de papel maché. Porque soy un caballero, y además, me gusta el papel de víctima. Me da refugio y es muy cómodo. Eso sí: parece que yo -ahora me vengo a dar cuenta, qué estúpido, cómo no me di cuenta antes- no superé todo este temita. No, no lo superé. Pero no es que no logré superar nuestro vínculo de animales en tregua. No pude reponerme a la traición de haberte tenido como compañera y ahora verte lejos. No confundamos, debe quedar claro. Y ahora sí, me despido, que se me saltaron los puntos de la herida narcisista y bien sabés que sufro de una incoherente y brutal hemofobia.-
.
.
(imagen extraída de aquí)