lunes, 8 de febrero de 2010

plastilina

Pienso en vos antes de ir a dormir, en los instantes previos a la confusión del sueño y la televisión aún encendida en cualquier canal del cable a las tres de la mañana. A esa hora todas las programaciones son más o menos iguales, cuando intento retenerte un poco más, en esa nube que anda de paseo entre la vigilia y el efecto adecuado del Rivotril. invitarte al postre nunca resulta: tu recuerdo y yo jamás llegamos a convivir en pijama, por eso, me conformo con pensarte cada noche y no hacerme demasiadas preguntas para no incomodar a estas expectativas de que todavía -en algún momento, lugar o baño de una estación de servicio en la ruta 2- funcione. Pese a todo, mientras más lejos te siento -en el tiempo, espacio y afecto-, y más tipos exitoso-depresivos invitás a cenar a tu casa con olor a vainilla, más seguro estoy de que a cada rato confirmás que en verdad, soy una buena pieza de colección dentro del hotel cinco estrellas que inauguraste en El Calafate de tus pretenciones. Así son las cosas: vos y tu tabaco que aún merodean por la idea de un suicidio con elegancia, y yo -algo menos terminante- que con esta indiferencia de plastilina todavía pienso en vos antes de ir a dormir, y la verdad que no sé qué significa eso de sonreirle a tu cara justo antes de dar con el sueño, no sé, no te miento, decíme vos qué significa.-
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(imagen extraída de aquí)

3 comentarios:

Noesperesnada dijo...

Desconfía de quien -como si nada- inaugura un hotel cinco estrellas en El Calafate...

Ciro Annicchiarico dijo...

Más tenés que desconfiar, me parece, de los traidores. De última un hotel es un lugar donde de vez en cuando se hace el amor. Mientras que la traición es un lugar donde siempre se hace el odio.

Soy peregrinaperla dijo...

Es muy doloroso pensar en alguien antes de dormir. Es como un objeto transicional que nunca se abandona.
saludos, NNN.

PD. odio la verificación de palabras de tu blog. Perdón, tenía que decirlo. Acto seguido, escribo:range.