miércoles, 27 de enero de 2010

arroces

Quiero saber cómo estás. En este ultimo tiempo me comporté como un idiota, es verdad, pero deberías entenderme. Deberías. Siempre me acuerdo de vos y tus arroces. Qué sentido tiene que te lo diga ahora: no sé. Pero quería decirlo porque cada tanto paso por tu casa, te imagino en la puerta, comprando pan a la vuelta de tu casa, con la idea de que todavía sientas que no hiciste lo correcto cuando me dijiste que lo mejor era que yo no te quisiera. Y te quise. Y vos un poco me quisiste, pero dijiste poco. Dijiste yo no te voy a hacer bien. Tantas mujeres tantas veces mintieron con lo mismo que yo no te creí, y al final, me hiciste bien. Y no te reproché nada. No digas que no te avisé, me anticipaste. Y sonreí. Vos tenías una muy linda sonrisa. Tal vez aún la tengas, seguro. Vos y yo en verdad íbamos muy bien. Siempre recuerdo que van a dolerme tus hijos sin mis hijos; ya me dolieron cuando nos alejamos. Prefiero pensar que nos equivocamos de tiempo y que dio la mala casualidad un triste contexto para nuestro afecto desarreglado. Alguien llegó tarde, otro se presentó temprano. Pero al fin y al cabo dicen que nunca es tarde. Aunque vos y yo sabemos que eso es una gran mentira.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 25 de enero de 2010

bluff

Macho es cualquiera: la naturaleza te vuelve macho, el azar de millones de espermatozoides de cualquier especie animal, maratonistas ciegos que van detrás de un único free-pass que es el cabecear hasta ser uno con el óvulo, la entrada al VIP de la fecundación y más tarde, la vida misma. Por eso digo, macho es cualquiera. Ahora, ser hombre ya es un toque más complicado. Hombre es aquel que habiéndose quedado solo -vos y tu celular y tus DVD's de Kusturica y la cuchara que araña el helado de piedra sabor sambayón italiano: todo eso es la soledad-, se atreve a llamar a sus ex y filitos. Ahí sí que sos un hombre: me pongo de pie, me saco el sombrero, te compadezco. Revolver el cementerio en busca de, con la pregunta intimista del ¿algo queda? detrás de tu teléfono y de tus intenciones de saber cómo sigue ella, eso sí que es de hombre, un poco salvaje, pero un hombre al fin. Y qué difícil hacerse hombre en estos días. Mucha mujer a la caza de boludos con master en administración de empresas. Mucho bluff. Demasiado cura y poco pecador, para mi gusto. Por eso, vuelvo a decirte: macho es cualquiera. Faltan hombres equivocados que se equivoquen, reconozcan, prueben de nuevo y recorran las casas fúnebres de sus propios amores y errores.-
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(imagen extraída de aquí)

sábado, 23 de enero de 2010

miércoles, 20 de enero de 2010

palito

En las novelas, la vida siempre resulta excelente. Los galanes son hombres robustos y almidonados, que no trabajan pero se mantienen en forma y visten a la moda. Lucen un bronceado de publicidad de helado en palito, y las mujeres tienen las tetas duras como las rodillas del cinco de Temperley. Los problemas son tragedias insolucionables, pero se resuelven en cuestión de unos cuantos capítulos. Las parejas siempre son jovenes y tienen un sexo brutal y clandestino. Jamás vas a ver a un galán diciendo que tiene que ir a comprar forros. Un galán no hace eso, sabe que es todo ficción. Mucho menos vas a ver a una de las modelitos actrices divinas negándose al sexo sin protección. Desmoronan todo tipo de campaña preventiva contra el SIDA, y cada tanto, alguien queda embarazada y nadie se plantea el debate ético de abortar o tenerlo contra las indicaciones familiares y las amenazas de venganza lenta y dolorosa. Ante todo, dan un concejo rentable y simplista: amiguito, sigue a tu corazón, él te guiará por el buen camino. Y vos -"amiguito"- seguís a tu corazón, porque aunque sepas que vas a fracasar, te queda una hendija de esperanza para esperar ese milagro que te vuelva un galán.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 13 de enero de 2010

rabas

¿Cómo sabés que no te gustan las rabas si nunca las probaste?: A mis seis años, papá me dio una lección de vida que supe aplicar en todos los planos dentro de los límites bien vistos por la gran familia católica occidental, monogámica y heterosexual. Esa reflexión de alguien más inteligente y creativo que yo, guió mis tropiezos hasta tus sandalias amarronadas u ojotas blancas en verano. En los inviernos veremos qué hay; por ahora, en esa búsqueda entre mística y conciliadora, intento no confundirme y recordar la frase de papá. Cuando la dijo, me vi forzado a comer mariscos. Me gustaron. Comí tantos que me salió una erupción y falté al colegio durante una semana. Vos, sin tanto colesterol pero casi tan nociva como vivir a base de fritangas al paso, ahora venís a contarme que tal vez, todavía cabe un giro en el picaporte falseado de los días, que quizá no haya tantas certezas ni consejos útiles. Llegaste para desafiar un poco a papá, a mis conceptos por default y al random de lo cotidiano. No sé bien cómo, pero acá estamos. Qué vas a hacer de mí, vos: genialidad a cada palabra, mujer de sandalias amarronadas y cepillo de dientes color lila -ya lo anclaste entre mis gillettes-, gigantesca raba de incipiente instinto asesino.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 11 de enero de 2010

picado

Aplausos arrancan de un pelado con uniceja, se copa el matrimonio que juega al tejo, y el efecto dominó termina por cautivar a toda la playa que aplaude a coro, mientras el guardavida más joven -recién aceitado, en zunga y en eterna pose ganadora- sube sobre sus hombros a un nene obeso que perdió la mano de su mamá y viceversa. Se detiene el picado en el potrero de arena, los pibes aplauden un culo de revista, la chusma no sabe ni qué aplaude, pero aplaude para no ser menos, y los padres de esa criatura con sobrepeso ni aparecen. Los hijos de puta de los progenitores irresponsables, poco atentos y ahora humillados por no percatarse de que les falta un hijo -¿Cuántos tienen?- ni se dan vuelta para notar que el gordito -en lo alto de unos hombros siempre tostados, fornidos y ahora cansados- señala en todas direcciones sin dar con sus padres. Algunas palmas todavía sentencian, acusan y tildan de, pero no hay responsables. Y el gordo sonríe, casi que toca las nubes con sus dedos que ahora extiende en forma de V.-
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(imagen extraída de aquí)