miércoles, 28 de marzo de 2012

glacial

Tengo miedo de los conejos amarillos, y vos que en el mientras tanto, te demorás porque andás de brutal estampida y yiro noctámbulo con cualquier Che Guevara de cebita. Aclaremos que no tengo nada personal contra los conejos amarillos, pero son demasiado amarillos y no combinan con los muebles: arruinan la imagen de solemnidad que quiero tener cuando te grite que sos una mala persona, una abandonadora de hogares y conejos amarillos, una hija de puta sin respeto ni coraje para volver a casa y explicar lo que no hace falta que expliques porque si no volviste a dormir en los últimos cuatro días, y ni te dignaste a mandarme un mensaje de texto para mi cumpleaños, ni comprarme aunque más no sea un libro de los pelotudos de tus compañeros de Letras, no hace falta darse cuenta que ni sintonía fina tenés para enunciar que ya no querés nada. Mala persona, así quiero gritarte para luego revolear conejos amarillos y romper uno a uno los ventanales que dan al patio. Que los vecinos se enteren que dormimos durante todo este tiempo con un escuadrón de conejos con peste, que violamos las leyes del consorcio al entrar con animales salvajes y enfermos, que tuvimos relaciones contra las paredes del zaguán y que robamos las flores de Doña Eleonora para darle de comer a estos millones de conejitos amarillos, tan tiernos ellos, tan simpáticos y sonrientes y roedores de mi propio cuerpo desplomado en tu lado glacial de la cama.-
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(imagen extraída de aquí) 

lunes, 12 de marzo de 2012

Amoxidal

El perfume de la orina al tomar Amoxidal,
La gente bajo techo cuando llega el temporal,
Los culos aceitados en las noches de carnaval:
Con esa intriga enferma, te espero.
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Con cariño barrilete y visceral,
mientras miro los aviones y el despegue sideral
comienza esa caída hacia un cambio radical
porque -ya lo ves, lo dije- te espero.
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Será difícil abrazarte y saber que no estás igual.
Que tu viaje y el silencio nos arrebató el plural;
que fuiste reina del puticlub hipster magistral
a mis espaldas, y que aún así, te espero.
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Pasaron varias horas -nunca fuiste muy puntual-,
cuando llegues hablame del otro, de su pose cultural
de cómo cogían en Francia, de su sexo musical
porque necesito razones ciertas: con un arma te espero.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 8 de marzo de 2012

inglés

Te miro a los ojos, o a lo que creo que son tus ojos, porque en esta sala 3 -butacas 15 y 16, fila J- está muy oscuro y es coherente ya que esa es la lógica del cine: todo apagado, un proyector en lo alto, una pantalla y una mujer hermosa que se ríe de cualquier pelotudez que le pongan enfrente. Y en eso estamos, te reís de algo que no es gracioso -jamás me dio risa ni las morisquetas de los nenes ni el humor inglés con sus exabruptos burgueses y globalizados-, y yo te miro medio como queriendo adivinar dónde están tus ojos si es que siguen en el mismo lugar, si es que todavía son dos, atentos a esta película que es una garcha pero a la que le sonrío porque vos la elegiste, y entonces pongo buena cara, coherente con la imagen de buen pibe que acompaña a una buena piba al cine, que compra y come pochoclo -que siempre es dulce, no lo sometamos a debate-, toma la gaseosa que prefiera la invitada y hasta tendrá la deferencia de elogiar con euforia este bodrio si es que ella se pone de pie para aplaudirle a la interminable lista de créditos. Pero todavía reís, señal de que la película sigue. Extiendo la mano para tocarte la cara y te meto un dedo en el ojo. Gitás ¡ay, pelotudo! Ya no reís, pero al menos sé que tus ojos siguen en el mismo lugar y que mi asiento es cómodo, de felpa, con apoya vasos y el indicado.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 6 de marzo de 2012

vinchuca

En mi ausencia vas a tirotear a cuanta pantomima de intelectual en ojotas se cruce por tu vereda, y no dudo que serán unos cuantos los salames que se atreverán a piropearte con lo más bajo de sus argumentos literarios y despreciadas reseñas académicas. Tranquila: tendré la delicadeza de hacerme el pelotudo cuando me hables, sonreír con esa cara que pongo cuando recibo un regalo espeluznante, una vinchuca en la ensalada de palmitos, la bendición de un perro nuevo al que le faltan las piernas traseras. Soy bastante talentoso para agradecer tus anchos falsos, aunque también me desquito a largo plazo. Igual, dejá que lleguen las pestilentes hordas de hombres con el celo rabioso. Intentá entonces ubicar sus encantos adolescentes en mis placares a los que siempre vas a llegar con ayuda de un banquito. A cambio, permitiré que te dejes seducir para que al fin creas que alguna vez asumiste el control de algo, que fui una pieza más en la maquinaria de tu ocio pornográfico, otro servidor de meriendas en bares con entrepiso a oscuras. Vos seguí tirando caños y rabonas para la tribuna; yo soy de los que te cantan calentitos los panchos, pero recién una vez que se terminó el partido.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 1 de marzo de 2012

volátil

Murciélagos en el baño de casa:
podrían haber entrado tábanos, sirenas
(con lo que llovió anoche, no sería muy extraño)
o incluso los pibes chorros de la casa de al lado,
pero quiso la soledad de los animales nocturnos
o la atrevida naturaleza de la fauna urbana y volátil
que quien se deslizara por el pulmón de manzana
fuera un enjambre de murciélagos enormes.
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A oscuras y aún dormido
intenté buscar un toallón para ir a bañarme.
A mis espaldas sentí el aleteo,
el aliento de los monstruos negros,
esos chillidos que dan para ubicarse.
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Ni miraron mientras me duchaba:
me gustan las criaturas horribles pero con modales.
Pregunto entonces si fueron tan amables
los animales que habrán usurpado tu casa
mientras yo estaba solo en mi baño,
casi de amigo con los sucios murciélagos
que no serán como vos ni se quejarán tanto
pero son otra bestia que muerde y se queda.-
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(imagen extraída de aquí)