martes, 30 de diciembre de 2008

liebre

Le hiciste el cuento del tío a mi corazón de esponja vegetal.
Me vendiste un container de humo y yo te lo compré.
Inspección de billeteras, mejicaneada, metida de perro, gato por libre, carne podrida, bicicleteada, llamalo como quieras: me estafaste, con todas las letras, me embromaste, engrupiste, zarpaste.
Pero me hago cargo. Es verdad, no me estafaste porque yo lo sabía -en el fondo lo sabía, todos dicen eso, queda bien decirlo, uno se siente un poco menos idiota al mencionarlo aunque produce el efecto contrario.
Yo confié, soy un pelotudo.
¡Ay! Pero qué gran pelotudo.
Sos igual a todas: siempre quise decir eso.
Pero todavía crees que no lo sé.
Vos quedate con tus tiroteos, yo me quedo con mis amigos.
Así estamos bien.
A mano.
Sin rencores.
Empate.
Los penales que los pateen el resto de los pelotudos con los que salís.
Yo soy pelotudo, pero no pateo penales.
No cuando estoy triste.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 29 de diciembre de 2008

terciopelo

Desde el jardín de infantes que te miraba: yo en un rincón porque siempre me ponían de florero, de chiquito que no compartía los juguetes y me tildaron de egoísta. Vos ahí estabas, con tu delantal celeste y tu fama de terciopelo, todas las señoritas te felicitaban: tenías un don para pintar casas en acuarela, y en verdad hacías unas muy lindas y coloridas casas, a veces con una familia en la puerta. Ahora nada parece haber cambiado demasiado: yo sigo en los rincones, no en penitencia pero de alguna forma cumpliendo con algún castigo, y vos seguís despilfarrando maravillas, le pintás la cara a cualquier tipo que te pasa cerca. Ya no dibujás familias pero soñás con comprarte una casa, vos y tus pinturitas y tus rumores de una soberbia justificada, todo puertas adentro, vos otra vez con tus triunfos y las revistas con tus fotos y las radios con tu nombre y en la gente tus gags. Vas a ser una bandera para todos. Y yo, un poco menos importante, siempre fui muy egoísta y hoy parece no ser la excepción: desde mi lugarcito te quiero para mí, ya no tolero compartirte, y vos que le encantás a todo el mundo, y yo que no dejo de espantar gente, y vos que ahora mirás y me decís vemos, y yo que te miro y te pregunto si a esta altura todavía podés ver.-
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(imagen extraída de aquí)

viernes, 26 de diciembre de 2008

renales

Esas fiestas en casa de la abuela Norma dejaron un saldo de cuatro borrachos, dos cólicos renales, y un Tío Hugo que ya no podrá volver a caer preso por robo agravado con uso de armas de fuego, porque prendió mal la mecha de un mortero de pésima calidad y le estalló en las manos. El Tío Hugo -cabeza rapada y orejas enormes- ya no tiene pulgares, no sé cómo hará para concretar el sueño que lo llevó a sobrevivir durante estos siete años dentro del penal de Sierra Chica: hacerse socio del club Platense.
Fue su primera Navidad -después de tanto tiempo- en familia, o así lo aseguró: ustedes son mi familia, y me disparó con sus ojos celestes, mientras sacaba con los dientes el tapón de la sidra. Al abrirla, comenzó a beber del pico y le escupió adentro para que nadie le pidiera de tomar. Una vez que la botella quedó vacía, sacó el mortero que le había comprado al chino de la vuelta -un tipo de confianza, me vendía antes de... explicó el Tío a unos familiares: Tío Hugo jamás decía la palabra cárcel, ni derivados ni sinónimos, es decir, jamás completaba las frases, daba por sentado que se entendía- y entonces, chau pulgares. Papá me tapó los ojos para que no le viera las manos, pero yo algo pude ver. Como buen tipo, Hugo se fue sólo al hospital, no permitió que ninguno de los que estaban ahí lo acompañara, para no cagarle las fiestas a nadie, explicó. Lo vimos irse con los restos de sus manos, chorreando sangre hasta la esquina en donde estaba la parada del colectivo 53.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 25 de diciembre de 2008

interior

Pasame el cenicero, no claro, si lo que te estoy diciendo es otra cosa, nada que ver, me refiero a que no me da igual, de hecho, si me diera igual no hubiese venido, no me quedaría, esta torta está bastante buena, te queda bien la ropa interior roja, servime un poco más, pero no, claro que no me da igual, y no me molestaría que te quedaras, no un tiempo más, lo estuve pensando, por ahora no lo necesito pero creo que sería divertido que, sí, ahí está bien, basta que tiene mucha espuma, te decía, sería divertido que nos encontremos bien, contentos, no voy a obligarte a que hagas nada, ¿alguna vez te obligué a algo? ¿fuiste feliz conmigo? pasame el encendedor, ¿prendieron la tele arriba? ¿tu hermana sigue siendo virgen? No me voy a oponer si te querés quedar un tiempito más, si sentís que puede ser, que nos quedan un par de birras, cigarros, cenas, frutillas, películas, alquilé la última de Harrison Ford, dicen que es medio densa, a mí también me gusta Indiana Jones, qué calor que hace, abrí la ventana, vení acá, sentate conmigo, pero bueno, si te querés ir podés hacerlo, todo bien, pero lo que no me dejás decir es que, sí, yo te lo presto, mañana te lo traigo, es que no me incomodaría seguir queriéndote así por unos años más.
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

banana

En la tediosa sabana africana, los guepardos persiguen a las gacelas a una velocidad de 140 kilómetros por hora. La gacela, algo más lenta que su predador, para salvarse debe huir en zig-zag: la velocidad a la que corre el guepardo -que se cansa a los 30 segundos- no le permite frenar, y su cola no hace suficiente contrapeso como para mantener la estabilidad en la caza. Mientras tanto, en un telo en la Ciudad de Buenos Aires, entre sábanas compradas en Once, cigarrillos de atados de 20 y una tenue melodía de César banana Pueyrredón, los animales africanos jamás se imaginan que una mujer gambetea mis manos con paciencia de gacela astuta.
A diferencia del guepardo, yo no me canso a los 30 segundos. Ponele a los dos minutos. Cálculo estimativo, a ojo.
A diferencia de la gacela, ella no es inofensiva. Y tiene un perfume exquisito.
Pero después de insistir y fracasar, me muerdo la cola, y me acurruco en un lugar de la cama, le doy la espalda, miro por la ventana hasta sentir el cantar de las gacelas, que se relamen y comparten su tristeza con el guepardo, y ahora ella dice mi nombre y yo ya no quiero, ya entendí, prefiero que se vaya pero al fin y al cabo me acerco y la gacela termina devorándose al guepardo.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 23 de diciembre de 2008

mami

Cuando me pregunte si volví a verte, casi con desconfianza y fingido desinterés, voy a negar todo, a decirle que nunca te vi, que no sé qué me pasó, que estaba mal, estaba loco, triste, estúpido. No voy a decirle a mamá lo que yo sólo sé: que ahí estabas, en la esquina de Segurola y Juan B. Justo, con el pañuelito blanco de flores amarillas y rosas cubriéndote la cabeza calva. Creo que vos también me viste desde la otra vereda, y entendiste mis ojos desesperados, más de sorpresa que de susto, y ni siquiera sonreíste, jamás volviste a sonreírme. Pero por más que sea verdad y que nadie me crea -y cuando uno sabe algo y todos se oponen, lo hacen dudar-, no voy a decirle a mamá, no para que se ponga otra vez a pensar, para que me insulte y me diga que no puede ser porque ella ya no..., y haga la cena y se corte los dedos y me golpee y me obligue a decir y repetir varias veces lo contrario: que no te vi, que inventé todo, que soy un mentiroso, un enfermo que le quiere hacer mal a mami, y que los muertos no aparecen así porque sí.-
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(imagen cortada, extraída de aquí)

lunes, 22 de diciembre de 2008

asiáticos

Le pusiste wasabi a mis nighiri, salsa barbacoa a las McNuggets en pleno bajón, y hasta me tomaste la mano en el momento indicado en el lugar indicado en la playa de estacionamiento menos indicada pero me diste el beso preciso para hacer de toda mi noche una gran farsa, la mejor burla de todas, para reirte de mí mientras Sexy Sadie te dibuja en la cara una sonrisa de rebelde de boutique, más boutique que rebelde, y yo más amante que amigo porque así funciona. Después, las preguntas: un dúo de hermanos yonquis, reflejo de una adolescencia con necesidades básicas más que muy satisfechas, tal vez demasiado, tal vez empachados de guita y arte y progresismo de Palermo Soho -y vos qué, te comiste una bandeja de pescado crudo, careta-, pero también estuvo el silencio, el oficio, y aunque nunca te parezca yo te miré, mientras preguntábamos ya sin tantos prejuicios, por debajo de mis ojos casi asiáticos yo te vi venir, y a tu boca, y a tu perfume, y al check in (...), y a tus ojos también los vi, porque aunque no lo creas yo veo, y a veces escucho, y ahora, de día y con algo de sueño, en mis oídos el iPod me devuelve un Back to Black que te juro, jamás volverá a ser el mismo.-
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(imagen cortada, extraída de aquí)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Arjona

No sé si te enteraste, pero en los all inclusive de Brasil, en medio de las playas cerradas y paradisíacas, hay unos tipos de perfectos dientes blancos, morochitos y muy simpáticos, que se encargan de hacer tragos con azúcar, bebidas frescas, y cortan la fruta que ni te cuento cómo la dejan, así de picadita y chiquitita mirá. Así me dejaste vos: me partiste el melón en cien mil pedazos, lo pusiste en una licuadora y me miraste, con esa cara de que pase el que sigue, te tomaste tu daikiri -sí, y jamás salgo con chicas que toman daikiri, es excluyente- desde el otro lado de mi mesa y te juro, te juro por mi mamá, que hasta me creí especial por algunos minutos. Cuando al fin te dejé en tu casa, y me fumé ese cigarrillo que corona las noches de gloria, colgué durante todo el trayecto. Hasta me banqué un CD entero de Arjona que pusieron en la radio, imaginate lo mal que me dejaste, lo bien que me sentí, lo loco que quedé, pensando en la playa, en la fruta, en los morochitos que sirven tragos onda el video de Diego Torres en deja de pedir perdón -tema que detesto-, en los dientes blancos, en Brasil, los all inclusive, el paraíso y vos.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 18 de diciembre de 2008

gloria

Sos una mezcla de puta y carnaval, de algarabía y frivolidad de estación, y yo que ahora quiero reposera y pies en la arena de Guantánamo, ahora que le entro más al Gandhi que al enamorado pseudo bolche, ya no sé si te quiero tanto, si te prefiero con tus maracas y cabalgatas nocturnas y copas de más, porque cada noche lo mismo: una copita que no quisiste, que esto, que lo otro, que te sentís mal y yo que me siento bien pero me termino sintiendo mal, más por vos que por mí, aunque en realidad es por mí, siempre es por mí. Y entonces llamás cuando querés, preguntás que dónde estoy, que qué estoy haciendo, y yo que pienso qué carajo te importa y te contesto nada interesante, nunca hago nada interesante, todo es lo de siempre, las fiestitas y las minitas y las copitas y mis cuadernitos. Interesante era estar con vos y que no me abrocharas con el rumor del sexo ajeno, que no me hicieras cómplice de tus salidas y te arrepintieras y vinieras a contármelo. ¿Para qué? volá, ¿querés? hacé la tuya, jugá al ping pong con Forrest Gump, ponete más linda -si lo lográs-, casate con un griego, tatuate un delfín en la frente, pero no vengas a pudrirme la teca, y si querés venir a bardearla, vení, pero hacelo de una vez, pegame un par de bifes, cogeme como la gloria y después vemos de qué lado de la banquina nos tiramos.-
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miércoles, 17 de diciembre de 2008

sábado

Sábado a la tarde y se nota que es sábado, el único día del fin de semana en que uno se permite ser feliz sin culpas y libre de la depresión pre-lunes. Por eso no se trabaja un sábado, y por las mismas razones, algunos se toman la molestia de trabajar (en el mejor de los casos, sin jefes ni horarios). En la puerta del teatro Vitreaux, sobre la calle Corrientes, un scout de odaliscas venidas a menos intercambia tabacos y sonrisas. Tienen los ojos pintados y las tetas con -reducida- vida propia: tetas adolescentes, rebeldes, esas que le encantan al tipo de la boletería del Vitreaux, un viejo más bien petiso, disminuido, achicado por el tiempo y la infatigable paja de ver mujeres hermosas -y no tanto- en la puerta de un teatro que sobrevive gracias al circuito amateur y -autocalificado y mal llamado- de culto. Raúl -el de la boletería no podía tener otro nombre: Raúl- tiene un tic de lo más gracioso: pasa su lengua por la comisura izquierda de los labios, entonces habla e interrumpe con el gesto sus anécdotas con actrices inexistentes o prehistóricas. Mientras tanto, mi reloj se resiste a llegar a las seis de la tarde: Raúl invita a pasar a las odaliscas y en perfecta sincronización, le mira el culo a cada una de ellas.-
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martes, 16 de diciembre de 2008

golondrina

La dignidad del hombre termina donde comienzan esas piernas. Al menos, ese es mi límite: un par de danzantes zapatos rojos, que brillan sobre la tarima con cada disparo de luz. Te vi allí arriba, tan arriba y tan vos, tan castaña y tan Belgrano, que después de esa imagen ya no pude bajarte del virtual pedestal en el que te subiste desde que te conocí. Uffff. Y baja nomás tu alegría de la tarima, primero tu perfume y después vos misma, y ambos me abrazaron en un gesto único, con inexplicable euforia y pronunciando mi nombre con felicidad exacerbada, y mis ojos y yo que no podemos más de quererte, de quedarnos en ese cuerpo golondrina, cuerpo que viaja, pasea, emigra, se pierde. Vaya uno a saber qué buscás esta noche: en plena ronda de alcoholes varios, de gira por las barras y coronando parlantes que revientan de cumbia. Yo creo que hasta nos quisimos. Es decir, no nos quisimos, queda claro, pero entiendo que hubo aunque sea un mínimo esfuerzo -mínimo, muy mínimo, casi molecular- por demostrarle al otro que si querés, no sé, podríamos volver a encontrarnos.
Y así fue.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 15 de diciembre de 2008

lírica

Me gusta decirte quizá. Me gusta la palabra, me gusta cómo suena, y me gusta dejarte con la posibilidad que el quizá implica: la verdad a medias, una duda que podrá ser, o no, o tal vez, quizá. Decirte quizá es abrir el juego, repartir las cartas y no dejar que las veas, disparar un sí pero sin regalarte nada, abrir la ventana y cerrar la puerta. Quizá es un misterio, y es interesante ver tu cara cada vez que te digo quizá, y siento la lírica de la palabra hacerme cosquillas en los labios, mientras tus párpados se entrecierran en busca de un significado. Quizá es pensarlo más de una vez; cuando te pido quizá lo que quiero es que me convenzas, que insistas, que encuentres otra forma de llegar a mí, que ahora me recuesto y fumo y así como te tomo la mano y te suelto te digo quizá, y finjo que no me importa y hago ciertas concesiones pero no me traiciono. Te digo quizá para no ser terminal, no ir con un vemos. Si te aclaro quizá vos quedate tranquilo: sentite conforme y cerrame los ojos.-
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viernes, 12 de diciembre de 2008

Dior

La soledad es una madre deficiente mental con dos hijos medio problemáticos de cuatro y siete años, el más chico tiene la cara desfigurada por un accidente, seguro con fuego, y se suben los tres al colectivo 115 para ir a otro hospital para ver qué se hace con esa quemadura, que nadie le resuelve el problema, que hasta los médicos y enfermeros se asustan del nene, que no lo aceptan en el colegio, que nadie se le acerca y ahora tampoco nadie le cede el asiento, y ella se acomoda como puede, endereza los bolsos, los ojos se le ponen bizcos, amontona a sus hijos sobre pies y carteras de pasajeros, los toma de la mano, los zamarrea, les pega para que se porten bien, portáte bien grita y deja al descubierto una dentadura desprolija, y el nene de siete mira por la ventana una publicidad de Christian Dior, y el nene de cuatro nos mira a todos, que de a ratos lo miramos pero pronto dejamos de ver porque en algún lugar nos dijeron que es de mala educación mirar fijo, además incomoda, y el nene mira fijo porque no le importa incomodar, sus ojos se quedan en los cuellos perfectos, las caras redondas, simétricas, suaves, y entonces acaricia sus propias facciones.-
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jueves, 11 de diciembre de 2008

hueco

No reconocer que a veces hay un final es de negador e infantil, de caprichoso, de inconsciente y de pelotudo. Y el final suele marcarlo ella. El final no llega cuando la veo venir, en esa esquina que siempre será de mi barrio y ella en el lugar parece perdida, me saluda, tanto tiempo, qué pasó entre nosotros que dejamos de hablarnos, ah cierto, y ella que recuerda y baja la mirada y yo que no recuerdo pero no interesa porque estamos otra vez juntos, ¿juntos? seguis igual que siempre le digo y ella cambia el comentario por sonrisa, y ¿qué es de tu vida...? Caigo en el hueco del lugar común: alguien me dijo que cuando uno deja de ver por un largo tiempo a una persona con la que compartió tantas cosas, ya no hay nada de qué hablar. Entonces ella mira el reloj, amaga con irse, estás con alguien llego a preguntar y ella que contesta sí, es el final de nosotros, aunque en realidad no dijo eso, pero así lo interpreto. Lo que sus ojos dijeron fue lo lamento tanto...pero te acordaste muy tarde, y yo miré, así como negador, como infantil, casi caprichoso, y volví a preguntar ¿estás con alguien? y entonces sí, lo que dijiste -palabras textuales- fue: estoy embarazada.
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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mujeres con las que sería bueno dejar de salir

Copiando el modelo asterístico de mi amiga Viajera, NNN vuelve a las listas y gracias a una encuesta realizada por el Washington Pshychoprocto's Post, estima que sería bueno dejar de salir con:


*las que interrumpen el proceso de enamoramiento con embarazos simulados
*las que obligan a llevar a la madre a la peluquería
*las que coleccionan hombres y tienen más de 600 o 700 amigos en el Facebook
*las que lloran, noche por medio, de forma misteriosa y desconsolada
*las que se van de Work And Travel a las dos semanas de haberte conocido
*las que no reconocen el mérito de la puteada bien utilizada
*las que interrogan y desconfían y entrecierran los ojos y aseguran que sabía que esto sucedería
*las que votaron a Macri
*las que no se permiten ser vulgares en el sexo
*las que les da igual todo
*las que nada les da igual
*las que se inventan enfermedades pelotudas
*las que te condicionan en los textos que vas a poner en tu blog
*las que creen que Narnia existe
*las vuelteras
*las que hacen lobby con tus hermanas
*las que quieren hacer guita a toda costa
*las que tienen un novio (la distancia que hay que tomar con sus chicas es proporcional a la fuerza/brutalidad/violencia/antecedentes penales del tipo)
*las que usan demasiados diminutivos
*las que aman aman aman mueren de amor por los nenes
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martes, 9 de diciembre de 2008

nieve

Un cielo gris y muerto amaga con llover. Mi perro de pelo gris se duerme a un lado del sillón. Los libros en la biblioteca se quedan, tropiezan, se mueven en un perfume gris. Los árboles ya no van a ser: de aquí a cuatro meses todo permanecerá ido, insulso, aburrido, gris. El humo gris del cigarrillo se vuela y entra en la casa del vecino, que es un tipo de pupilas grises y expresión amargada que sólo sabe hablar del clima en el ascensor. En el cielo, esta noche, partirá las nubes un avión gris, y allí vas a estar vos, tomando la mano de un tipo gris que no me conoce pero que me odia, y vos por la ventana vas a sonreír, y yo desde mi ventana te voy a querer, y vos desde la nieve vas a ser feliz, y yo desde alguna parte te voy a extrañar, otra vez te voy a querer.-
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lunes, 8 de diciembre de 2008

barbarie

Bajaste de un Gol gris grafito, vos y tu vestido, y un disparo de sorpresa sugirió con vos me caso. Viniste a mí desde unos pagos con otros perfumes: Caballito siempre será muy lejos para la gente de Palermo -algo así como el campo, la barbarie, calles de tierra y animales muertos en las esquinas-, pero llegaste, y tu cara dijo jamás creíste que vendría, y yo que te confieso jamás creí que vendrías. Caminamos juntos entre giratorias luces de colores: de a ratos, nos uníamos en confusos abrazos que siempre serán muy cortos. Te di el primer beso casi con timidez. Al cabo de algunos segundos me miraste, como diciendo lo hicimos, al fin sucedió, y fue entonces cuando me sumergiste debajo de una catarata de sentimientos geniales y un poco inmorales; me alojaste por tres o cuatro horas en un paraíso all inclusive; me diste la camiseta, el brazalete y me pusiste de 10. Entonces jugamos, y no hay dudas de que el speed con vodka hizo también su trabajo etílico, pero sobrio hubiese sido igual. De cualquier forma, yo sé que vos te vas de viaje y no tenés por qué pensar en mí. Seguro que no pensás en mí. Te vas con el tipo que juega de 10 el resto del tiempo que no estás conmigo. ¿Por qué habría yo de figurar en ese plan, al menos como tribunero, colado, infiltrado? Ah, y también te prometí que te iba a esperar.-
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viernes, 5 de diciembre de 2008

lila

Juro que jamás lo había hecho, y si me lo preguntás, lo único que puedo decirte es que no lo pensé: creo que fue curiosidad. Vi las tarjetas en el teléfono público y se me dio por llamar, ver, probar. Me pasaron una dirección a pocas cuadras de Callao y Corrientes, y me mandé. No tenía nada que hacer: para cuando yo llegara ella estaría durmiendo, debería conformarme con una cena recalentada, la repetición del peor partido que se haya jugado en la historia del Nacional B, y tal vez algunos ladridos del perro que exigiría salir a pasear. Además, hacía mucho que no pasaba nada entre nosotros. Al cabo de unos minutos ya estaba en el despintado ascensor de un edificio sobre la calle Junin. Toqué la puerta 23 del piso 4, y me abrió la puta más gorda y baqueteada y relajada del mundo. Tenía puesto una remera blanca que le quedaba muy corta y una pollera roja; el pelo rubio oxigenado, los labios lila y la oscura piel cansada. No llevaba ropa interior. Dijo mi nombre y asentí: supuse que ella sería la encargada de administrar el negocio y adentro estaría el staff de las chicas. Me equivoqué. La gorda era regenteadora y única accionista de una vergonzosa sociedad sexual con plenos fines de lucro. Pero...¿dónde están las mujeres de la foto? preguntó mi desilusión. Allá están, contestó mientras señalaba un televisor y comenzaba a desvestirse.-
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jueves, 4 de diciembre de 2008

ravioles

Ah pero mirala vos a la señorita, que parece que come pero no quiere dejar comer, y si me ve relojeando se mufa, que si me ve corriendo avestruces patalea, y ni te cuento si me mira en pleno beso de amigos, en esos besos que de a rato me da la otra, si me mira y yo en esos besos me hace un gualicho, a ver si tiene suerte y me devuelvo por sus pagos, si tropiezo en la vereda de su puerta, un gualicho para que yo sea un poco menos feliz, aunque ella ya no sepa qué es de mi vida, le diga a la gente que ya no me quiere, no me extraña, no se acuerda, ¿quién? ¿yo? que ya no sabe ni cómo me llamo, ni a qué me dedico, ni nada de nada, pero bien que yo sé que de a ratos tanteás las fotos, te ponés a leer mis cuadernos aunque más no sea en la peluquería de Doña Lucita, y tus amigas cambiaron las revistas quincenales por mis cuadernitos que andás repartiendo, que hasta casi se me enamora la gordita esa que me trajiste un fin de semana a comer ravioles, la muy atrevida me cruzó por la calle y me tiró un beso, pero no esos besos de amigos, y ella que te conoce me dijo que sí, que vos me extrañás, me dijo que andás de espantasuegra y botella tendida, me dijo que me extrañás y que yo a vos un poquito sí.-
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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Tal vez cuando leas esto te reconozcas en mí.
Otra vez en mí, desde mí, para mí.
Y a quién más le interesa. A mí no, y eso parece suficiente.
Yo siempre te guardo aunque sé que te vas, muy lejos, a un viaje que yo ya hice, del que ya todo perdí, volví, del que todo me olvidé en ese lugar que recuerdo y me hace pensar.
Ojalá pienses en mí. Yo voy a estar cerca. No te voy a dejar tan fácil.
Yo ya quise a una mujer que se fue. Que había hecho el mismo viaje y volvió y la amé.
Y ahora qué, y ahora nada, y ahora no sé.
Vas a volver. Sé que sí. Yo estaré con una, dos, tres, mil mujeres, o ninguna. Pero vas a volver.
Y te vas a ver otra vez en mí.-
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martes, 2 de diciembre de 2008

folclórico

Inauguran en el Partido de Nointeresa una salita de primeros auxilios, y como eso es noticia -ni hablar, es noticia- alguien más importante que yo determinó que alguien menos importante que él debía ir a cubrir dicho evento. Ese personaje prescindible, encargado de hacer algo respetable de un hecho más bien institucional y folclórico, soy yo. Autoridades a la vista como símbolo de miren que estamos trabajando y todo pasa por nuestras manos, reunidos en un salón de actos que transpira por las paredes blancas a medio pintar, dan la calurosa, o más bien, sofocante bienvenida: los ventiladores están al mango, y es la primera vez que veo a una mujer hermosa sudar, gotas caen por la simetría de una cara preciosa. Ella se acerca, tiene el pelo castaño recogido y los ojos muy verdes. Para tener algo más de cuarenta años, entra en la categoría de mamasa. Extiendo la mano pero ella improvisa un beso, entonces la gastada situación de incertidumbre y esa lucha entre la formalidad y la confianza: termino tomándola por el antebrazo y ella me da un -poco afortunado- beso en la nariz. Tiene un perfume intenso, de abuela: la hace diez años mayor, diez años que en su cuerpo se acumulan a la altura de las caderas como fina experiencia. En ese trayecto en que mis manos buscan salir del enredo, sin querer y de revés, toco uno de sus pechos que son los pechos más duros, al menos, de ese salón de actos. Mis ojos dicen yo no fui y ella intenta un te gustó. Sonrisas diplomáticas e incómodas sugieren ley de ventaja, y nos alejamos, ella con la promesa de enviarme unas fotos de la salita de primeros auxilios, y yo con la convicción de que sus pechos son operados.-
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lunes, 1 de diciembre de 2008

queso

No te ofendas si te digo que estás para más. Yo te veo para rocanrol, para star o para Primera A. Pero bajoneaste: cambiaste mis tardes de té y jazz por la estabilidad del cafecito en Plaza Armenia; preferís sus speed con vodka a mis heladerías de barrio y matchs de improvisaciones sobre la miseria humana. Y bueno. Y eso que me dijiste que sí. Me dijiste que sí con la cabeza, me dijiste "sí" -lo dijiste, no lo niegues: modulaste, pronunciaste "sí"- y después te diste vuelta y me cortaste como a un queso. Jamás respondiste mis llamados. Eso estuvo bien, me tuviste donde querías. Me tenés donde se te antoje. Y qué me importa. Pero él...¡él no me gusta para vos! y encima estudia Ingeniería, ¿vos me estás jodiendo? No tengo nada contra el estudiante de Ingeniería, tengo un amigo ingeniero, el mundo necesita de ellos, pero vos no, es decir, vos no sos el mundo, o sos el mundo, es posible que lo seas para mí y para otro puñado de imbéciles, pero, quiero decir, todos sabemos de lo inconveniente de salir con un tipo que estudia Ingeniería: cojen mal, en las fiestas de fin de año miran por la ventana como si esperaran a Papá Noel -sí, esperan a Papá Noel un 31 de diciembre-, sus regalos de aniversario son pésimos y siempre los mismos, y si pueden evitar ir a lo de tus viejos, lo hacen; definitivamente te equivocaste, podrías haberte quedado con un idiota mejor -se me ocurre-, que al menos no tiene esa sonrisa de ingeniero -¡ingeniero! ¡Dios mío!-, seguro no ganará tanto como él, pero es probable que conmigo -por poner un ejemplo nomás- tengas más momentos agradables que cenas de elegante sport con tu aparato de elite.-
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(imágen cortada, extraída de aquí)