martes, 27 de septiembre de 2011

barítono

La perra quedó quieta frente al empapelado de flores. Respira el aire denso que le devuelve la loza largada por su propia boca entreabierta de donde pende una lengua de lija. La perra está despeinada y ciega: por eso se queda en ningún punto de la pared estúpida, que tiende a los colores cálidos y a mantenerse callada siempre que la perra se le quede con su vista muerta. Ahora la perra despeinada y ciega y virgen ronronea: gárgaras de barítono ahogado, cerradas y relajadas. Su queja es más bien un reflejo doméstico, el último capricho del dueño de casa, que como está solo y no tiene más que una perra despeinada y ciega y virgen y vieja, se le da por festejar el ronroneo de una perra que no debería ronronear porque son los gatos los que ronronean. Hace horas que la perra está frente a la pared, muy cerca de tocarla con el hocico y marcar el empapelado con esos mocos babosos que solo los perros de departamento son capaces de producir. La perra se ubica justo frente a la pared, quizá con la certeza de que está frente a la puerta de casa, aunque no es así (quizá lo intuya). La puerta está a unos metros. El dueño de la perra permanece de pie junto al teléfono gris, y aunque sabe que no sonará, tiene la esperanza de que por lo menos, su perra ladre.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 19 de septiembre de 2011

barrabrava

Soy un gol del barrabrava: anulado por completo. Así de tonto me dejaste, atento al silencio en la cocina, pendiente del ronroneo de la heladera, rodeado del ronquido del perro y del ladrido de la vecina. Entenderás entonces que no puedo más que recordar tu versión final, que siempre será un Lamborghini Gallardo al que el seguro le dio destrucción total: una obra maestra venida a menos, que supo ser lujo desmedido en la cochera del barrio y hoy es nostálgico descarte que se menciona como a un muerto, en pasado y con rabia de sangre. Nos quedaron cosas por hacer. Vos -claro- nunca dirás lo mismo, pero por suerte no te tengo para refutarme. Eso sí es bueno: peregrinar por las soft porno del cable, tomar café sin controlarme la presión arterial y opacar sin pruritos el brillo de tus días de gloria, todo por el mismo precio y sin que vos tengas la oportunidad de corregir cuando hablo de vos al momento en que se me ocurre devaluarte y describirte con solemnidad de noticiero en trasnoche. Puedo pensarte de la forma en que se me ocurra. Subir tus fotos en bolas, etiquetarlas en Facebook, ser reportado por las estúpidas políticas de una privacidad que jamás tuvimos, volver a crear un álbum fantasma con un usuario fantasma, reiniciar la cadena del despecho en otras redes sociales. Todo eso y sin tu consentimiento, con mi resentimiento y sin remordimiento. Faltaría que te enteraras. Que me oyeras mencionarte al pasar. Que te hagas cargo de este sepelio y que mandes una corona de flores. Procurá que sean lindas: al fin y al cabo, tengo la certeza de que volveremos a vernos, aunque más no sea, en un nicho cualunque de Chacarita.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 12 de septiembre de 2011

cucharitas

Se terminó la inspiración. Se secaron los pozos de mi creatividad en la B Metropolitana. Se agotaron las mieles que trajiste para el desayuno, y bien sabés que por la noche, soy una bestia miserable. Entiendo que nunca pensaste en la posibilidad de amamantar a este bebé muerto al que dimos en llamar nosotros, y no voy a echarte la culpa cuando te pidas el taxi en tiempo de descuento. Hay mujeres que entregan los puntos en la definición por penales, y está muy bien. Sí me intriga conocer las razones por las cuales persististe en este error sin derecho a réplica. Por qué aguantaste -aguantamos- los trapos frente a un scout de pechofrías cucharitas en invierno y frazadas prestadas. Si alguna vez creíste que yo podría volver a ser el mismo -que el del principio: las mujeres suelen pretender esas situaciones hirientes-, tomaré tu confianza como un cumplido noble, aunque me gustaría saber qué te hace pensar que soy yo el que se tiró a chanta e hizo la plancha para que vos acomodaras tus petates ahí cerquita de la puerta de casa. Si bien es cierto que soy un romántico fracasador serial, me cabe la duda de que hayas esperado a este momento para tomarte el palo con la famélica convicción de que hiciste todo lo posible para que sigamos juntos. Si fue así, igual agradezco el intento, y luego de que me dejes la llave adentro del cenicero -gracias por cumplir con este último pedido-, te agradezco a priori por la inspiración que arrimará tu precoz abandono del lecho conyugal.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 5 de septiembre de 2011

buró

Dejemos las cosas así. Finjamos que nada sucedió, que no me quemaste la camisa con el cigarrillo, que no te dormiste borracha en mi falda. Que no te acaricié la nuca, y no abriste los ojos, y no sonreíste, y no adiviné cuántos perros tenías. Hagamos de cuenta que fui yo quien te quemó mientras fumaba, que te hice un agujero en tu vestido y que -como le corresponde a un hombre torpe- me golpeaste con tu cartera en la cara, con tanta mala suerte que me cortaste un labio con el cierre, y te sentiste culpable, y me pediste perdón por una reacción desmedida, y te reíste cuando me reí de tu psicopatía, de tu agresividad evadida en la parva de años de terapia que acumulaste sin sentido por consejo de la loca de tu mamá, y que a mí me pareció interesante que me pegaras y volvieras para saber cómo estaba, que decidieras acompañarme a la guardia de un hospital para que me curaran, que decidieras acompañarme hasta la puerta de mi casa, que decidieras acompañarme hasta mi cama, que dejaras tu vestido -quemado con el cigarrillo- sobre mi buró rococó, que prometieras volver a buscarlo, que no lo hicieras, que no me respondieras los llamados, que a mis hermanas no les quedara tu vestido verde entalladísimo, que me diera pena tirar un souvenir tan costoso, que yo deseara que hayas sido vos la que me quemó esa noche con el cigarrillo para no haberme acercado a la posibilidad del afecto.-
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(imagen extraída de aquí)