lunes, 31 de mayo de 2010

chiquitaje

Incómoda felicidad: suerte de asquerosa ruleta sobre el paño de la casualidad de un óvulo y una chispa del esperma más afortunado, y el resto que aguarde o que muera, como la gente sin suerte y por ende sin felicidad, sensación profunda y vacía; qué tendrá la Doña Felicidad hoy para mí, que si me quejo lo hago para jorobar nomás, que la desgracia está en otro lugar, la verdadera poca fortuna siempre se toma vacaciones por estos pagos, lo que aquí acontece no es más que el contraste del rosa cotidiano contra la pálida ocasional, pero nada más, no vayamos a exagerar ni a maldecir, que los problemas están siempre bien lejos, la desgracia autóctona no tiene un bondi que la deje cerca de casa, por eso el reproche es un deporte injusto, si te ponés a pensar, los quilombos de verdad no son los tuyos, chiquitaje de semana, vicisitudes que trae el hecho de respirar, tonterías, y que quede claro que aquí no ha pasado nada, o al menos, finjamos que así es, que al fin y al cabo si uno se hace la película de Sandro, con romance y palomitas blancas y flores de colores y escarapelas bicentenarias, después de la escena montada para la situación, las cosas no están tan (tan tan) mal.-
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(imagen extraída de aquí)

viernes, 28 de mayo de 2010

miércoles, 26 de mayo de 2010

estrábica

Los borrachos no mienten: la puta madre, los borrachos no mienten y entonces disparé una sarta de verdades atroces, dardos mareados lanzados con estrábica puntería, suerte de pinzamiento emocional, caricia a tu ego acariciado por tantos tiros tontos y ebrios arrepentidos, que te pediría, al menos por esta vez, no tomes tan en serio las cosas que dije la otra noche, de las cuales me arrepiento sin que siquiera me las repitas, no lo hagas, no hace falta, si lo borrachos y los niños no mienten, tengo dos razones para darme por aludido, y paro de contar porque seguro tenés más que un par de motivos para inclinarte a la idea de que todavía te extraño -parrillero gasolero que revuelve la brasa para encender el último cigarrillo de su atado de diez-, pero no me creas, hacé de cuenta que no te dije nada, como cuando estábamos juntos y discutíamos, emulemos la parte menos rencorosa de nuestro breve concubinato y aún más breve, de nuestro amor con delirio de familia, una expectativa cerrada para dos personas egoístas pero macanudas, porque vos sí que eras una mina macanuda, muy macanuda, seguro que cuando te llamé la otra noche -borracho, melancólico, inconsciente y atrevido- algún buen detalle de tu tacto destacado habré reconocido. Es una lástima -o una suerte, vaya uno a saber- que no logre recordar ni una palabra del sincericidio acontecido entre el delirium tremens y el saudade que genera vomitar en soledad.-
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domingo, 23 de mayo de 2010

viernes, 21 de mayo de 2010

disparos de lucidez: #57

Siempre tuve ganas de conocer a la mujer de tu analista, para que él se dé cuenta qué feo es que le hablen mal de uno a tu propia pareja.-

jueves, 20 de mayo de 2010

linternas

Piso el acelerador y el Taunus GT perfora el túnel de Libertador. Cierro los ojos llenos de viento mientras me hago uno con la máquina y ambos vamos cada vez más rápido. La velocidad entona la brasa del cigarrillo que se desgrana de chispa anaranjada. De a ratos, fumo y el humo se mueve por el parabrisas. los autos de frente siempre me dieron intriga. Mirarlos. Imaginar quién los maneja y con quién, de qué hablan, por qué viajan juntos. Cuando era chico y con papá emprendíamos expediciones infinitas en rutas muertas, aunque fuese de noche, jamás me dormía. Me quedaba quieto mirando por la luneta la oscuridad que dejábamos, desde el asiento de atrás, los autos muy lejos y un puñado de luces, pueblitos que bendicen la energía eléctrica y el agua de pozo. Siempre me intrigó saber cómo sería estar en un bosque de madrugada. Sin linternas ni armas. Solo. Así. Expuesto. Como ahora en que fijo la mirada en el parabrisas del 29, busco los ojos de un chofer sin ojos, sin cara, que hace luces para que lo vea y yo ya lo ví, voy derecho a hundirme debajo del ómnibus Mercedes Benz, acelero y la aguja acaricia los 160, la curva endulza un envión desatado y piso la GT que casi se ahoga, el 29 toca bocina, veo a la gente ponerse de pie, lo encandilo con las luces largas, el 29 intenta frenar pero yo piso hasta el fondo y es el viento quien me besa por el aire.-
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miércoles, 19 de mayo de 2010

disparos de lucidez: #56

Que me llames sólo cuando estás borracha es tener a un goleador de área que la mete siempre con la mano.-

martes, 18 de mayo de 2010

orma

Cuando mi abuela te conoció, eras entonces una de las tantas amantes bilardistas que desfilaban por el living de casa. Para qué negarlo: no quiero ser grosero, pero no eras más importante que la mujer que días antes había saludado para luego asegurar que era un enorme gusto conocer a mi abuela, persona gustosa si las hay, cuasi liliputiense de corte carré rubio oxidado y perfume de viuda que casi se acostumbra a vivir sola, a diferencia de mí, que jamás logré desprenderme de mi oso de peluche hasta que tuve la edad suficiente como para dormir con extrañas -y la transición me costó bastante, aún me cuestiono por qué abandoné a mi osito Carlos-. Lo cierto es que mi abuela es una mujer perceptiva: suerte de termómetro a largo plazo, veedora de lujo y acérrima detractora del consumo de drogas por parte de sus nietos. La abuela tiene mucho de abuela. Tiene una casa llena de estampitas de santos que ni conozco, la radio clavada en una emisora de A.M. que transmite en forma ininterrumpida una consecución de conductores de altísimo vuelo fascista, y siempre tiene también un montón de galletitas en la alacena: comida que no consume porque engorda y tiene azúcar y a su edad, ella debe cuidarse. Aparte de diabetes, la abuela tiene buen ojo, y cuando te conoció, vos sin rótulo ni expectativas de llegar a nada conmigo, ella me hizo a un lado de la charla para confesarme a modo de revelación que ¡ay! Ella es la orma de tus zapatos, y yo que ah, dejá de tomar edulcorante, abuela, y ahora que sí, la abuela tenía razón con lo de la orma, y eso que yo siempre tuve el pie plano como la pata de un elefante.-
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lunes, 17 de mayo de 2010

alfombra

¿Quién llama? pregunta ella esta noche. En el despertador, el violento rojo de las 3:17 de la madrugada rompe la oscuridad de una habitación en silencio. Y después, su voz. Quién llama, me agita casi con desesperación, a quién se le ocurre llamar a esta hora, y yo que adivino un blanco de muerte en su cara trastocada de sueño, sus manos que me empujan hacia el borde de la cama, manos frías y húmedas que ahora corren las sábanas mientras ella insiste con que no puede ser que llamen a las tres de la mañana, y rezonga para sus adentros, sé que se inclinó para sentarse sobre el centro del colchón, se hace un rodete con el pelo -aún dormida es torpe y se rasguña la oreja, herida leve pero que mañana recordará por el dolor al peinarse- y busca, tantea el aire de su mesa de luz en busca de un vaso plástico lleno de agua. Lo encuentra con un golpe que tumba el vaso y el agua sobre la alfombra. Un perro ladra. Y quién podrá ser, por algo importante, porque nadie llama porque sí a esta hora, en su cabeza elabora una imprecisa lista de posibles interesados. Mañana será el primer tema a discutir en el desayuno. Mientras tanto, respira hondo y pregunta quién llama, y como la noche de ayer, y la de ayer, nadie llama pero ni sentido tiene que se lo explique.-
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sábado, 15 de mayo de 2010

disparos de lucidez: #55

"A" salía con "B" y "A" lo engañó con "C".
Dado el siguiente ejemplo: ¿Qué te hace pensar que yo -"C", que no salía con nadie- debo confiar y hasta ser fiel después de que vos -"A", que salías con él, que es "B"- lo hayas engañado conmigo?.-

Ojos de Motorola 4375 - nubecita

¿Viste esos días en que te sigue la nubecita negra? Bueno, esos días.-

viernes, 14 de mayo de 2010

cópula

Odiaba los días en la chacra por el olor a mierda de los caballos en celo, las tetas de la prima Claudia -verano a verano cada vez más caídas- y por las moscas con su prepotencia zumbadora. Nunca pude matarlas, ni a las moscas ni a ningún insecto por esa estúpida consigna de no dañar a los seres indefensos, vieja ordenanza que me había quedado de mamá y papá en los días en que me castigaban en el jardín de infantes por pegarle a mis compañeras. Aunque me quejara de los caballos y de las moscas, jamás pensé en lastimarlos. Las noches cerca de los focos llenos de libélulas en verano, eran temporadas de insomnio y euforia contenida. La tía Claudia dormía en la misma cama que yo, porque siempre fuimos muchos en esa casa húmeda y con olor a naftalina. Acostado junto a ella, dejaba a los insectos posarse sobre mi cuerpo, a los mosquitos picarme -exitación frente a ese dolor mínimo, pinchazo que antecede al placer y al delirio de rascarse tras la comezón- y a las cucarachas pasearse por mis labios. Las sentía conversar, casi de charla sobre mi boca cerrada, de festejo y cópula y yo que intentaba no respirar, quedarme quieto para escucharlas hablar en su idioma sordo.-
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miércoles, 12 de mayo de 2010

Letras

Ella me afeitaba cada sádado por la tarde: la radio encendida, las persianas bajas y los diarios del fin de semana sobre la mesa junto a las tijeras y una toalla rosada. No recuerdo cuándo fue la primera vez que me afeitó. Tampoco tengo presente haberla autorizado a hacerlo. A fin de cuentas, casi distraído, siempre reaccionaba tarde, otra vez entre sus manos y las navajas heladas, cubierto de una intensa espuma blanca con olor a menta. Ella sonreía, desnuda frente a los espejos, acomodaba mi mentón en dirección a la luz de una lámpara horrible que le había regalado la madre hace años, en el tiempo en que todavía estudiaba Letras. Nunca terminó la carrera. Le aburría leer. Por el contrario, parecía cómoda con el torso desnudo, haciendo de enfermera de alguien como yo que jamás necesité que me afeitaran. Pero ella insistía. Creo que insistía, no recuerdo haberle pedido que lo hiciera. Tomaba una palangana con agua tibia, primero me mojaba las mejillas y después me cubría el pecho con una sábana vieja con dibujos de pájaros. Cuando nos íbamos a dormir, sentía picarme todo el cuerpo. Entonces nos bañábamos juntos y allí sí volvía a encontrar sus pechos en mi espalda, justo detrás de mí, bajo el agua de la ducha y sin que yo se lo pidiera.-
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lunes, 10 de mayo de 2010

evita

Disfruto del porno amateur porque no me da culpa: uno evita pensar en el posible contexto real y dramático, en la relación de trabajo que se esmeran en ocultar los actores de un film para adultos, y en el peor de los casos, en el sometimiento de un hombre o una mujer que debe protagonizar un argumento harto inverosímil ya sea por estar obligada o por el deber de mantener a una familia en las zonas bajas de una Rusia que de seguro jamás conoceré porque permanece vedada al turista que paga por el trip a lugares típicos. Entonces, mejor el amateur, sin diálogos fingidos ni orgasmos de mampostería. Todo es en serio, consentido y de entre casa. Nada de camarógrafos nerviosos ni directores con pretensiones de una Hollywood en el down town de la moral social. Son ellos, los vecinos, desnudos y teniendo relaciones, como siempre imaginaste y nunca pudiste entrever por la ventana que da a su cocina. Ahí los tenés: mayores de edad, teniéndose un cariño de años, haciendo las poses exactas que tu propia mujer no te deja practicar, hurgando en las pantanosas zonas en las que tu pareja te tiene prohibido hacer trabajos de investigación, gritando sin exagerar, siendo ellos mismos para lo más íntimo de su cámara familiar, la misma que llevaron el último verano a Camboriu para sacarle fotos a los chicos en el mar. Qué lindo el mar y qué lindos ellos, así de simples, de torpes, de atrevidos y de generosos.-
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domingo, 9 de mayo de 2010

Ojos de Motorola W375 - globos

Macri nos pone globos amarillos para que ir a la Facultad de Derecho sea un trayecto de lo más ameno e ingenioso.-

viernes, 7 de mayo de 2010

disparos de lucidez: #53

Quiero decirlo: esta vez me hiciste vibrar.
Aunque a las palabras en tiempo suplementario se las cargue el tiempo.
A los hechos me remito. Y a los echos también.-

espasmódico

Le dio un puñetazo al estereo y logró así acomodar la radio en cualquier programa de la A.M. El Plymouth Barracuda arañaba el medio tanque de nafta y con eso no llegaría ni al inicio del puente Zárate Brazo Largo. Debería entonces parar en una estación de servicio, cargar combustible y fingir tranquilidad mientras fumaba los cigarrillos más baratos que pudo haber comprado para luego desprenderse un botón de la camisa a cuadros, orinar de apuro en los mingitorios siempre sucios, sentir el vaho a naftalina, robarse una botella de agua mineral, unos cuantos caramelos de adentro de un frasco junto al mostrador y hacerse un corte preciso -ni muy profundo ni demasiado intenso- en alguna parte visible del cuerpo para que nadie sospechara de la sangre goteante del policía que todavía chillaba en el baúl del Plymouth embarrado. Se encargó de cubrir la patente con la misma franela que utilizó para taparle la boca y degollarlo en los primeros kilómetros de la ruta: tramos muertos de pasto quemado por los últimos veranos, el cuerpo tendido de un policía espasmódico entre latas vacías, bolsas de consorcio con pañales usados y escombros de viejas construcciones jamás terminadas. Ahora sólo quedaba huir -¿de quién?- y buscar algún lugar donde pasar la noche, tal vez un motel dos estrellas y un viejo cantinón donde curarse la herida con papel higiénico y vodka. Sería una pena que el policía que ahora sale del bar preguntara por la sangre que chorrea del baúl. Pero no pregunta. Aunque también sería una lástima que ese mismo policía saludara con un leve cabeceo, halagara el estado del Plymouth -un Barracuda, modelo '70, impecable, mi amigo- y después exigiera el ticket de compra para verificar el pago de los caramelos que ahora se lleva a la boca, todavía con un suave dejo a la sangre que debió lamerse para pasar por un turista más, lastimado por su propia torpeza con algún utensillo de cocina y perdido en medio de una ruta con destino vaya uno a saber dónde.-
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miércoles, 5 de mayo de 2010

mentol

Supongo que si volvieras a llamarme -al menos para decirme feliz cumpleaños- este asunto del ir y venir perdería un poco de sentido. Pensémoslo así: llamarías, yo clavaría la vista en la sorpresa del celular, diría hola, cómo estás, y vos que bien, muy bien, feliz cumpleaños, y yo que gracias, aunque fue hace un mes y medio, sí, la familia bien, el alzheimer de la abuela bien, el trabajo bien aunque me echaron, todo bien, "todo lindo", y vos que lo mismo pero todavía con tu empleo bien remunerado y sin alzheimer de la abuela porque no tenés abuelas, y al final que chau, gracias por llamar, y vos que no, perdón por la demora, igual de nada por el llamado, y listo, y al final el silencio, y vos con tu celular y yo con el mío en la mano, todavía un poco estúpido, y será hasta el año que viene, o en el mejor de los casos hasta tu cumpleaños si yo me acuerdo y me parece una buena idea recordarte y darlo a entender, de todas formas voy a buscar las pastillas de mentol en los bolsillos del saco, y nada más, y ya está. Entonces, por un lado es bueno que no llames así yo puedo seguir escribiendo mal de vos. No llames, perra. Ahí va, ya estoy volviendo a escribir. Empiezo a darle sentido a la tensión de nuestro no-diálogo. ¿Ves? Hablando la gente se entiende. Igual, dejate de joder y llamame.-
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