lunes, 30 de agosto de 2010

mejillón

(Este texto se deja leer mejor si le das play a este temazo:

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De verdad, yo nunca quise traerte ni un problema: lamento haberte sacado de la guardia veterinaria ese día en que tu gato se había comido toda la pelusa del Teatro Colón en refacciones, y eso que detesto los gatos, pero bueno, me encariñé con el tuyo, y con vos, y tu curiosidad, y tus cafés en la mañana, y hasta con el freezer en el que me dejaste más de una vez, en cada oportunidad en que tus jugadores titulares tiraban centros llovidos en el área chica de tu sentimentalismo de estación, mientras para mí, siempre fue invierno. Hablando de invierno, ¿Cómo está tu gato? Espero que bien. Y cómo se mueren los pingüinos en la Antártida. Además, viste que siempre que me dejaste, yo como que volvía ¿lo viste? No digas que no soy el empleado del mes -al menos, por mi laboriosidad-, que con garra y aguante devine en un respetable suplente de plantel veterano de un equipo de futsal en Calamuchita, dame aunque más no sea el crédito de haber llegado a ser un discretísimo plan B entre tus salidas ganadoras, de lujo histriónico, sexo histórico y adulación histérica. Decíme que no fui tan solo un sparring olvidable, pasajero, de transición. Decí que aprendiste algo. Conmigo. Sin mí. En tu casa, con tu gato, pero por haberme conocido. Dale: ponele saco y corbata a esta ilusión de mejillón en celo.-
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(imagen extraída de aquí)

domingo, 29 de agosto de 2010

Ojos de Motorola W375 - rutero

Un cedé bien rutero, de esos que sólo conseguís en las estaciones de servicio perdidas en las rutas que mueren en pueblitos inventados.-

sábado, 28 de agosto de 2010

Ojos de Motorola W375 - Poeta


Poeta urbano.-
(Escrito en la cortina metálica dice "Jessi: el amor que siento por vos es tan gran como el que siento por Defe*. Pablo. 22/9")
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*"Defe": referido al club de fútbol Defensa y Justicia.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Ultrasensibilidad

Adentro es todo espeso: caminar entre la gente no es más que abrirse paso en un mar de aceite, mientras luces de colores revientan en un techo negro, y son esas mismas luces las que se quedan en el iris para luego estallar en las pupilas, meterse por los ojos y sacudir mi cabeza. El estruendo de la luz en el cerebro abre ondas expansivas similares a una gota que cae en el agua, se propaga hasta morir en las costas de la cabeza, el borde interno y último que bien puede ser una bahía rocosa. Vibraciones. La música está muy fuerte, no entiendo qué dice, pero me veo aturdido por el sonido. Ahora chilla una sirena. O quizá sea la voz agudísima de una mujer. Ultrasensibilidad: La cerveza es una ola de microburbujas que baña una lengua inmóvil y árida. La cerveza parece agua. Y todo esto dura un instante en el que yo creo -el cerebro cree- estar sumido en una secuencia que dura horas sin explicación.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 24 de agosto de 2010

jueves, 19 de agosto de 2010

bengala

Estuve cerca de comenzar un esbozo de confesión con tu nombre, con tu apodo, la forma que sólo yo tenía de llamarte, pero me pareció pretencioso y caritativo: haber ubicado tu nombre al comienzo de estas mismas palabras -que no significan nada, no apuntan a ningún lugar en especial- hubiera sido lo mismo que darle de comer en la boca al puma de bengala en que se convirtió hace ya unos meses tu ego insaciable, y eso que yo supe acariciar tu ego, peinarle las patitas cortas a una bestia corta como tu propio nombre -o apodo; pongámosle nombre. Qué lindo nombre, y qué lindo pelo y patitas y perfume que todavía recuerdo, pero para qué vamos a entrar en detalle -si conozco hasta tus pecas, para qué ahondar en la bajísima pileta de nuestras intimidades, pocas y escuetas como las patitas de la bestia y tu nombre que ahora que lo pienso, me gustaba. No es que me dé vergüenza llamar a las cosas (por su nombre, claro), pero para qué voy a tentar a las casualidades. No tiene sentido. Lo que sí te comento es que a diario te pienso, pero en un brevísimo instante -brevísimo, al igual que los tobillos de tu ego, el fondo de nuestras míseras intimidades y tu nombre que parpadea sobre un momento siempre inoportuno.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 16 de agosto de 2010

endodoncia

En Lila todo tiene un precio, y eso, de a ratos, es bueno. El dinero divide y marca distancia, pero en Lila tiene la cualidad de aglomerar y otorgar una llamativa igualdad de oportunidades: cualquiera con cien mangos se toma un champán, los afortunados con tres gambas se pueden llevar a una respetable atorranta -ojo, no se acepta tarjeta de crédito- y el que tiene un poco más, combina y en una de esas hasta comparte la parranda. Pese a las bondades de un lugar así -tan democrático, tan poca ropa y tan tanto amigo de jolgorio y vino espumante a tomarse del pico en botella tibia- hay algo que desespera: saber que la gente festeja y que uno está en otro nivel (más bajo). Las tarimas chorreantes del sudor de las paredes blancas, los espejos recién marcados por las manos de las putas que resbalan a cada lugar, la voz rasposa de un locutor cocainómano social y las luces verdes y rojas que giran la pista y rebotan contra el caño abrazado una y otra vez por las piernas de una mujer distinta y semidesnuda cada noche, tornan a Lila un espacio genial, pero que los invitados de la Casa sean tan alegres y dispuestos a festejar, y uno con menos pulgas que un limón, ese contraste furtivo es el que desgasta la imagen. El lugar es fabuloso, pero no estar a tono vuelve al piringundín un mero consultorio de endodoncia, y yo, claramente -tristemente, salvajemente- a esta altura soy un depredador hogareño y de hábitos conyugales.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 10 de agosto de 2010

magenta

Mentir es divertido, se me hace muy sencillo, limpio y prolijo. Cuando uno miente bien -miente rápido, con eficacia y yendo al centro neurálgico de una mentira bien dotada- la gente pregunta menos, y eso ahorra explicaciones banales en temas aún más banales. Los fondos oceánicos de la luna son de color magenta. ¿Cómo lo sé? Lo dice el último estudio de la Cambridge, que salió entre el 23 y el 24 del mes pasado, sí, el 24, porque justo ese día cumple años mamá. 1 a 0. Listo. Una mentira verosímil y directa: la justa patada en las pelotas de la buena fe, las sanas costumbres y la diplomacia en una conversación amistosa. Nadie hace más preguntas, todos creen después de una mentira exacta, y uno puede tomar su Fernet con cola sin el fragor cotidiano de la lucha discusional. Todo gracias a una mentira. El que dijo que errar es humano, es un pelotudo. Mentir es humano (de humano inteligente). Los animales no mienten. ¿Alguna vez viste un canario que mienta? ¿Acaso una jirafa mentirosa? Para mentir hay que ser vivo y elegante: cualquiera dice la verdad, cuenta lo que vió, lo que sintió o lo que le pareció dado el supuesto y listo. Además, el tipo que no miente es un genuflexo. ¿Qué hiciste ayer? y el hombre dice la verdad. Punto. Es un súbdito de la curiosidad ajena, una puta librada al capricho de la sinceridad desinteresada. Y eso te vuelve un ladrillo, porque el tipo que miente, crea, imagina. El buen mentiroso es un artista, escultor de la sintaxis y creativo compulsivo. Algunos dirán que es un poco enfermo, pero quién no se engripó alguna vez y no por eso deja de ser sano. Mentir está bien. Después de todo, uno es lo que el otro cree que uno es.-
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(imagen extraída de aquí)

sábado, 7 de agosto de 2010

disparos de lucidez: #63

Un año más, me cago en el síndrome de Peter Pan y me atrevo a pedir una PlayStation para el día del niño, so pena de claudicar las gestiones anuales en aras de recolectar fondos para el día del padre anque de la madre, y el que avisa no es traidor, se sabe.-

viernes, 6 de agosto de 2010

chispas

Se vienen días difíciles, de inusitada violencia emocional, arrepentimientos en el ojal, periodismo de muelas apretadas y agitar las paredes de la disconformidad crónica. Será complejo sostener la cordura sin caer en la depresión de haber perdido todo, o al menos, de sentir que nada queda. Por eso digo: llega -y no está tan lejos- un momento complicado del que sólo es posible salir con la ayuda del instinto y un disparo de suerte. Voy a dejar herirme de muerte cuando aparezca la prosa lírica, las oportunidades y el buen gusto literario. Pero ahora es tiempo de planificar, de armarse con originalidad y escribir desde la trinchera, que avanza la angustia encabalgada, lo siento, y yo soy un cagón de esquina en el country, pero también soy intuitivo y confío. Sé que es tan complejo volver a construir -como en los primeros momentos en que no tenía más que las ganas y un poco de esperanza-, pero aún conservo la sana imprudencia. Iremos midiendo esa expectativa, engañando un poco al hambre periódico. Porque sí, se vienen días difíciles, aunque a la vez presiento que detrás del miedo al fracaso, así como pegadita, viene la gloria transpirada pero sacando chispas.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Ava

Quedarme con tu media sonrisa es parte del no asumir la otra (penosa) mitad de haberte compartido: será una estrategia perdedora -retener tus labios apretados a cada momento, el abrazo del rojo estridente que supiste contagiarme de noche en noche-, pero es un plan B que no contemplabas para que yo dejara de quererte, o de querer tu recuerdo, tu camisa celeste y blanca debajo de la mesa, tus medias de red y la ropa interior lila que asoma en evidente señal de tregua. Me guardo esos detalles. Del resto: nada. Vos quedate con mis cigarros de Portugal: no quiero ser cómplice del contrabando de tabaco, me basta con haber sido un eficiente sparring para tu entretenimiento part time garantizado a domicilio. Y tu media sonrisa. Qué linda media sonrisa que tenés. Que tuviste, bah. Para mí ahora sos sólo eso, una media sonrisa estrechísima, clavada en una foto que nadie tiene más allá de mí. Es una media sonrisa tirando a tres cuartos, como disimulando un beso de película -de Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Ava Gardner- de chausito, y yo que detesto a la gente que dice chausito. Me da expresión de tía. Vos te despedirías en francés, aunque no sabés francés. Inventarías cualquier palabra, todo para evadir un mensaje sincero, directo, para no improvisar tu media sonrisa que ahora me da media gana de sonreír.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 2 de agosto de 2010

trastocadas

No es que venga a ponerme en moralista ni policía, pero comienzo a temer por mis hijos. Todavía no tengo hijos, es cierto, pero eso no quita que un diminuto insecto parlanchín haga turismo por mi cabeza al grito de ¿qué vas a poder ofrecerle vos -vos- a un nene? La pregunta es sólo eso: una pregunta, pelota de tenis que rebota en el frontón del inconsciente y vuelve con el doble de agresividad. Qué podré aportarle a un engendro-sangre-de-mi-sangre, a un tipo con todo por ganar, ansioso de conocimientos y gratas experiencias, cómo haré para explicarle sin caer en contradicciones que algunas cosas que yo hice -que no son buenas, no-son-buenas, repetiré, con aire didáctico- es recomendable que las evite, que hay gente perturbada por la pasta base, familias trastocadas por la violencia, personas sin oportunidades y oportunidades que dan personas que mejor, dejarlas pasar. A la vez, me quedará la difícil tarea de diferenciar que no toda la gente que hace daño es mala, que las putas no besan en la boca y que jamás hay que pelearse con el mozo que te trae la comida (médico que te opera; gauchito que te cuida las cosas; empleado administrativo que chequea tus papeles). Ya estoy estresado de sólo pensar cómo definir a este mundo paranoico. Será complejo transmitir tranquilidad desde la propia incertidumbre.-
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(imagen extraída de aquí)