Incómoda felicidad: suerte de asquerosa ruleta sobre el paño de la casualidad de un óvulo y una chispa del esperma más afortunado, y el resto que aguarde o que muera, como la gente sin suerte y por ende sin felicidad, sensación profunda y vacía; qué tendrá la Doña Felicidad hoy para mí, que si me quejo lo hago para jorobar nomás, que la desgracia está en otro lugar, la verdadera poca fortuna siempre se toma vacaciones por estos pagos, lo que aquí acontece no es más que el contraste del rosa cotidiano contra la pálida ocasional, pero nada más, no vayamos a exagerar ni a maldecir, que los problemas están siempre bien lejos, la desgracia autóctona no tiene un bondi que la deje cerca de casa, por eso el reproche es un deporte injusto, si te ponés a pensar, los quilombos de verdad no son los tuyos, chiquitaje de semana, vicisitudes que trae el hecho de respirar, tonterías, y que quede claro que aquí no ha pasado nada, o al menos, finjamos que así es, que al fin y al cabo si uno se hace la película de Sandro, con romance y palomitas blancas y flores de colores y escarapelas bicentenarias, después de la escena montada para la situación, las cosas no están tan (tan tan) mal.-
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