sábado, 5 de abril de 2008

despedida

Al sacar el Magen David que colgaba del espejo retrovisor de mi auto, supe que en verdad, era el final de todo. Me recosté en el asiento del conductor, cerré los ojos y respiré profundo, mientras pasaba el dije de mano a mano. En mi cabeza hice una lista de las cosas que debería remover ahora que no estaba con ella: regalos, cartas, fotos. No encontraría el lugar donde esconder el viaje que hicimos juntos ni el cariño que mi familia aún le tenía: es sabido que no todo puede ocultarse, pero al fin y al cabo, lo que no se guarda se pierde.
Bajé del auto entre avergonzado y triste. Fui a casa, y al llegar a mi habitación, deposité el colgante en la caja que ella misma me había obsequiado para nuestras cosas. Eso haría con todo: colocar hasta el más mínimo indicio de ella en cajas de cartón, plástico, incluso en imaginarios cajones para olvidar que un hombre gris tuvo una razón en la vida, para olvidar esa impalpable felicidad que algunos llaman amor.-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusto lo que escribiste.
un beso.

MSR dijo...

Son buenísimas las ilustraciones que ponés en esta clase de posts, ¿de donde las sacás?