lunes, 19 de diciembre de 2011

mensurar

Gracias por todo dijiste, y yo torcí la cabeza, porque el hecho de que digas gracias por todo es algo muy parecido a decir gracias por nada, a decir gracias por lo que hiciste, y andate a la puta madre que te parió, es remitir a un pasado, a algo que ya no voy a poder hacer o que al menos no vas a agradecerme porque con agradecer una sola vez alcanza y sabés que no me gusta que me repitan las cosas, entonces ya fue, ¿gracias por todo? OK, de nada por todo, no te tomes el esfuerzo de desmenuzar qué implica tu agradecimiento así como medio a las apuradas y que cerraste con un beso en la boca pero medio de coté, un beso bastante choto, qué te puedo decir, no vamos a mentirnos, pero decís gracias por todo y casi como que te dejás caer sobre mi cara y solo queda que me digas hasta siempre y ahí sí que nos caemos todos de orto y entendemos todo, te estás despidiendo, mi vida, sino dirías gracias, y punto, o deslizarías esa sonrisa que siempre implica una invitación a cruzar la cocina con la ropa interior a la altura de las rodillas, y sino no digas gracias por todo, qué carajo me decís cuando decís todo, ¿todo es desde que facilité el fuego de tu cigarrillo hasta pasarte a buscar? ¿salvarte la vida? ¿gracias por todo es un gracias por haber aparecido en mi vida o alguna de esas payasadas que dice la gente en la radio de trasnoche? no sé, nunca me dijeron gracias por todo, la gente tiende a ser más específica, aunque entiendo que no lo hagas, porque el hecho de mensurar tu agradecimiento vomitado, haría perder el sentido de la ruptura diplomática que planteás: sería entrar en un detalle quirúrgico que solo nos acercaría un poco más a la danza de bañarnos bajo la ducha de tu cueva.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

No hay comentarios: