Querida
Laura:
estos días anduve pensando demasiado en vos
y
ni siquiera me resultás atractiva
(Laura, quiero aclararte que no pienso tanto en mujeres
que
no me resultan atractivas).
Mientras manejaba hacia la casa de mi novia
recordé
tu sonrisa bajo esos anteojos anaranjados.
Tomé
Cabildo a noventa kilómetros por hora,
durante todo el trayecto intenté imitar tu tono de voz
y
comí al hilo dos pastillas de frambuesa:
me
metí una en la boca
cuando
todavía no había terminado la primera.
Laura,
pasé varios semáforos en rojo.
podrías
haberme matado, Laura:
qué
inconsciente de tu parte.
Laura
querida,
me
imaginé cómo serían nuestros hijos.
Dibujé
a tus padres en una cartulina verde agua.
También al perro que supuse que te gustaría tener.
No
se me ocurrió nada sobre tu abuela y hermanos.
También
nos vi acostados en la cama king size
de
un dos ambientes en Palermo.
Yo,
con un libro de Beccaria;
vos,
con el control remoto entre las manos,
semidormida
y semidesnuda,
el
televisor clavado en una serie yanqui.
Tal
vez hubiese dejado el libro
para
darte un beso en el cuello.
Y
ni siquiera me resultás atractiva.-
.
.
obra de Jim Schaeffing, extraída de aquí.-
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