Mi muñeca kirchnerista controla precios en el supermercado chino de su
barrio. Lleva puesta una falda larga color negro, tacos altos y la remera de La
Cámpora debajo de su saquito de pana bordó. Saluda con una sonrisa
a la cajera: las plantas de lechuga se rinden ante sus pies cuando ella pasa
por delante. Baila mi muñeca kirchnerista entre las góndolas mal
jerarquizadas: cambia los precios de los productos y anota todo en una
planilla que le acercó su padre político, un gordo bebedor de anís en botella plástica el cual la sueña desnuda en cada reunión de la militancia. Ahora canta la canción que
suena en los parlantes del supermercado: un tema de Michael Bublé que en la intimidad, me juró que detestaba por cursi.
Baila y canta frente a los yogures que aceleran el tránsito lento,
entre los pasillos de panes lactales y gaseosas ignotas. Usa de
micrófono un paquete de galletitas Melba. Agita la cabeza y su pelo
negro se mueve con ella. Se ríe mientras mira las luces del techo.
La china de la caja la examina con marciana desconfianza. Una vieja
se le acerca y le pregunta ¿Cuánto
te paga La Cámpora para ser tan pelotuda? Mi
muñeca kirchnerista le responde con una sonrisa que la vieja no
logra comprender. Desde la puerta,
la observo cantar You'll
Make Me Work So We Can Work To Work It Out, y
me mira, ríe a carcajadas, cierro los ojos con fuerza y romántica resignación mientras a sus espaldas, los packs familiares de alfajores comienzan
a caerse en una cascada de dulzura y pleitesía eterna.-
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imagen extraída de aquí.-
1 comentario:
Muy bueno! Para quien esta dirigido?
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