¿Cómo sabés que no te gustan las rabas si nunca las probaste?: A mis seis años, papá me dio una lección de vida que supe aplicar en todos los planos dentro de los límites bien vistos por la gran familia católica occidental, monogámica y heterosexual. Esa reflexión de alguien más inteligente y creativo que yo, guió mis tropiezos hasta tus sandalias amarronadas u ojotas blancas en verano. En los inviernos veremos qué hay; por ahora, en esa búsqueda entre mística y conciliadora, intento no confundirme y recordar la frase de papá. Cuando la dijo, me vi forzado a comer mariscos. Me gustaron. Comí tantos que me salió una erupción y falté al colegio durante una semana. Vos, sin tanto colesterol pero casi tan nociva como vivir a base de fritangas al paso, ahora venís a contarme que tal vez, todavía cabe un giro en el picaporte falseado de los días, que quizá no haya tantas certezas ni consejos útiles. Llegaste para desafiar un poco a papá, a mis conceptos por default y al random de lo cotidiano. No sé bien cómo, pero acá estamos. Qué vas a hacer de mí, vos: genialidad a cada palabra, mujer de sandalias amarronadas y cepillo de dientes color lila -ya lo anclaste entre mis gillettes-, gigantesca raba de incipiente instinto asesino.-
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3 comentarios:
Qué antojada de rabas que estoy.
pd. volví, always a pleasure
el gusto se educa, dicen...
http://www.namaste-sivoslodecis.blogspot.com/
hermoso
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