lunes, 6 de junio de 2011

muñecardos

Si ella se va, me voy yo, disparó mi confianza de gaucho con 33 de envido, mientras apoyaba mis nudillos sobre la ovalada mesa del directorio y miraba los corbatines de los seis socios mayoritarios de la empresa: seis muñecardos yuppies perfumados de Polo y con disfraces de gente importante -trajes rebajados en los Mall de Miami, souvenir de las excursiones emprendidas con escorts de Recoleta, escapadas tramposas en hoteles de segunda rentados por la compañía y que pasaban a Facturación bajo la clave "viáticos en capacitación"-. Hacía solo diez minutos, estos seis pelotudos habían terminado de discernir y comunicarle a ella que muchas gracias por tus servicios, fuiste una gran secretaria pero por el momento vamos a dejar de necesitarte..., y ella escuchó con atención, ella que cuando la llamaron creyó que la felicitarían y le darían un aumento -qué ridícula-, a los pocos minutos volvió llorando y ahí fui yo, a jugarla de kapanga, de Tarzán, a mostrar credenciales de mis logros porque yo sí, conmigo no se jode, ellos saben a la perfección que les hice ganar el dinero de sus trajes importados y con el que solventaron la farra de esos viajes en que compraron esos mismos trajes, así que vamos, muchachos, decidan, si la despiden yo hago mis valijas con ella, porque no podemos dejar que una persona tan servicial se aleje así de la compañía, no debemos permitir que...
Una vez que ambos estuvimos en la calle, entendí lo estúpido que había sido. En el ascensor, no dejé de mirarle las piernas: ni lindas piernas tenía, me hice echar por unas piernas chuecas y descuidadas desde la adolescencia, porque esas piernas las tenés así de chica, querida, a las minitas como vos ya las conozco. Y entonces, mientras yo estudiaba esos gemelos redondos, ella me agradeció al oído. Sentí el abrazo de sus pechos. Y su perfume estaba bien. Me invitó a tomar un café a su departamento en Lomas de Zamora, y digamos que si acepté llevarme el trabajo a casa, fue porque no hay nada que me irrite más que incentivar una falla en los datos del censo, y ambos ya estábamos fuera de la Población Económicamente Activa.-
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(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

Hernán dijo...

Todo por el todo, todo al cuadrado. Como siempre, sublime, estimadísimo.