lunes, 5 de septiembre de 2011

buró

Dejemos las cosas así. Finjamos que nada sucedió, que no me quemaste la camisa con el cigarrillo, que no te dormiste borracha en mi falda. Que no te acaricié la nuca, y no abriste los ojos, y no sonreíste, y no adiviné cuántos perros tenías. Hagamos de cuenta que fui yo quien te quemó mientras fumaba, que te hice un agujero en tu vestido y que -como le corresponde a un hombre torpe- me golpeaste con tu cartera en la cara, con tanta mala suerte que me cortaste un labio con el cierre, y te sentiste culpable, y me pediste perdón por una reacción desmedida, y te reíste cuando me reí de tu psicopatía, de tu agresividad evadida en la parva de años de terapia que acumulaste sin sentido por consejo de la loca de tu mamá, y que a mí me pareció interesante que me pegaras y volvieras para saber cómo estaba, que decidieras acompañarme a la guardia de un hospital para que me curaran, que decidieras acompañarme hasta la puerta de mi casa, que decidieras acompañarme hasta mi cama, que dejaras tu vestido -quemado con el cigarrillo- sobre mi buró rococó, que prometieras volver a buscarlo, que no lo hicieras, que no me respondieras los llamados, que a mis hermanas no les quedara tu vestido verde entalladísimo, que me diera pena tirar un souvenir tan costoso, que yo deseara que hayas sido vos la que me quemó esa noche con el cigarrillo para no haberme acercado a la posibilidad del afecto.-
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(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

The Freaky One dijo...

Increible. INCREIBLE.
Envidio eso, la capacidad de algunos(muy pocos, por cierto)de hacerme imaginar las cosas tan nitidas, tan reales.

Saludos para vos, y voy a seguir leyendote.