lunes, 3 de octubre de 2011

deficitaria

Enemigos. Eso somos. Dormimos juntos y la pasamos bien, me acompañaste en uno y cada uno de mis aciertos y pifiadas sociales, pero ya no tenemos el proyecto que nos convocaba. No hay más nada que vos y yo podamos compartir. No te necesito y vos mucho menos a mí. Te tengo todavía allí, al pie del celular, a la expectativa de que yo deje caer la guillotina del preso eufórico en donde se dormían mis ganas de acariciarte la nuca. Y ya no. Prometo no llamarte cuando te vayas de copas. Quiero bien lejos tus premios y tus amistades. Tus aventuras decorativas. Tus intenciones de hacerme un bizcochuelo, de cocinarme sin siquiera saber cocinar. Desde el momento en que me transformo en un obsesivo, en que vos me lo recriminás, abrimos una chance que no tiene retorno: la de mi locura y la de tu sinceridad de aceite que hierve. Si soy yo, me hago cargo. Te dejo por loco, porque los locos se bancan mejor cuando no hay mujeres con proyección familiar. Si sos vos la que no puede llevarme, te queda la culpa de haber sido una deficitaria compañera. Da lo mismo. Lo importante -lo necesario- es que yo deje de sentirme una carga o el limón que te arruina la fiesta en cada fin de semana. No voy a seguir bailando en este mambo de velorio payasesco, no tanto por el hecho de seguir el ritmo desafinado, más bien porque desde chico tengo pie plano y el traumatólogo me recomendó dejar de inmediato las piruetas al momento en que ya sienta que no piso cómodo.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

2 comentarios:

maleniiita dijo...

alabado seas , nnn.-

Anónimo dijo...

cachetada
es muy duro ser tan consciente