lunes, 8 de abril de 2013

quinotos


Tenías razón con lo del viaje, necesitaba cambiar de aire y bajar la tensión permanente. Hace bien esto de caminar entre las galerías de árboles, pasear con los ojos cerrados, oír las quejas de los pájaros cuando seducen, tocar las flores silvestres y sentir cómo el rocío estropea la gamuza de mis zapatos. De vez en cuando me llevo un vaso de jugo de naranja al parque y tomo un libro de Indra Devi que encontré en la biblioteca. ¿Sabías que Indra Devi nació en Letonia? Todavía no logro interesarme por lo que dice, pero me sirve para tener algo en las manos y evitar fumar, porque acá te miran como a un terrorista si fumás al aire libre, relajado, acostado en el pasto y con los ojos en el cielo. Están todos muy tranquilos, cada uno en la suya, pero observan. Controlan espiritualmente al otro. Hay momentos en los que un tipo de rastas pone una música indescifrable y que no se puede ni bailar ni tararear pero que sirve para mantener a la gente en silencio. Es un lugar discreto pero te gustaría venir a sacar fotos. Hay mariposas de miles de colores, revolotean sobre la cabeza de cualquiera y se llevan muy bien con los colibríes que también revolotean alrededor de los visitantes: festejan que uno esté ahí, en el bosque, quietito y en contacto con la naturaleza. Esos bichitos no son ningunos tontos, se dan cuenta de todo. Son criaturas preciosas, un poco densas cuando uno sale a caminar, porque andar con una nube de cositas que vuelan...pero todo es tranquilo. Hay una mujer, Eloísa, que oficia de guía turística en este lugar fascinante. Es una señora mayor con anteojos anchos, tiene pelo corto y dorado -un dorado bastante opaco, tirando a dorado virulana-, siempre lleva bermudas verde militar, una remera blanca y jamás usa corpiño. Habla tan despacio que a veces dan ganas de pedirle que termine la idea de una vez, pero acá la gente no tiene apuro así que no le hacen reclamos. No hay nada que hacer excepto escuchar a Eloísa llenar el día con datos históricos y números incomprobables sobre la cantidad de especies de plantas y animales que hay acá, porque también hay animales, animalitos, en especial ardillas que hacen morisquetas cuando uno las mira. También hay un lago con flamencos o garzas o cisnes y un acuario enorme, pero nunca fui a ninguna de las dos atracciones -acá le dicen "atracciones"- porque en mi casa siempre me dijeron que los peces dan mala suerte y eso me mantiene alejado del agua. Pero las ardillas no dan mala suerte. No dan nada pero ayudan a pasar el tiempo de descanso en este paraíso sin estímulos ni problemas ni tabaco. No hay nada nuevo en que pensar, pero tenías razón, este lugar es tan increíble como se veía en la página web. Seguro que a tu primo, el que había caído en cana y ahora está en rehabilitación, le encantaría. Deberían distinguirlo como Patrimonio Universal de la Humanidad o como Maravilla del Mundo (si es que ya no es una de las Siete Maravillas). A vos también te encantaría. Se te abren los pulmones, sentís todos los olores y en el desayuno sirven tostadas con mermelada casera. Probé la de quinotos y es muy buena. La de pomelo (no sé cómo hacen) tiene gusto a berenjenas, esa sí que es un asco. En el almuerzo y la cena también es todo muy light, te vas a dormir liviano, es imposible tener pesadillas. Es tan lindo sentir tanta paz y armonía. Fue una suerte venir a este lugar aunque el bosque, los árboles que se mueven con el viento, los jugos de naranjas y los animalitos mudos de tranquilidad, solo hicieron que viva obsesionado con el eufórico deseo de que tengamos sexo violento al pie del lago de los cisnes.-
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la imagen es de NNN.-

2 comentarios:

Hernán dijo...

Un monstruo, como siempre. Gran placer leerte, para cuándo el libro?

Anónimo dijo...

llegué hasta aca buscando una receta de quinotos....hacía rato que no leía algo tan bueno...demás está decir que no encontré ninguna receta que me gustara.