miércoles, 31 de julio de 2013

menguante

Vendrán los hermanos pidiendo certezas: van a encontrarme trazando líneas negras sobre una cartulina blanca e incertidumbre. Me verán de espaldas, sentado frente a mi escritorio de estilo, el pelo revuelto y la expresión inmóvil. Los ojos hundidos en mi seguridad, ojeras crueles, recogidas las mangas de mi camisa, los zapatos aún anudados y brillosos, bastará con que digan mi nombre una sola vez para que yo los reciba y se pongan en fila contra la ventana por la que entra el sol a cualquier hora del día. Fingiré desinterés por sus preocupaciones. Los atenderé concentrado en cualquier otro asunto menor. Hermanos míos, que se convocaron para pedir explicaciones, para que yo detalle lo que quiso la naturaleza caprichosa y me miran con sus caras primaveras, con su tristeza menguante y la expresión derrotada: yo no tengo mucho que decir. Sé que siempre aseguré que siempre tendría algo para decir, pero no voy a mentirles (esta vez). Estoy aquí, en el espacio que debo ocupar, donde ustedes me quisieron. Es el rincón que yo elegí para sufrir esta herida silenciosa. Pero no tengo revelaciones. Sonrío con los dientes apretados. Los abrazo sin llorar. Hermanos míos, lo bueno es que nos tenemos entre nosotros. Extenderé las manos para soportar la caída de la estructura. Lo haré callado, de traje y solo, que yo también tengo mis cábalas para sentir el pánico.-
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imagen extraída de aquí.-

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