Adentro es todo espeso: caminar entre la gente no es más que abrirse paso en un mar de aceite, mientras luces de colores revientan en un techo negro, y son esas mismas luces las que se quedan en el iris para luego estallar en las pupilas, meterse por los ojos y sacudir mi cabeza. El estruendo de la luz en el cerebro abre ondas expansivas similares a una gota que cae en el agua, se propaga hasta morir en las costas de la cabeza, el borde interno y último que bien puede ser una bahía rocosa. Vibraciones. La música está muy fuerte, no entiendo qué dice, pero me veo aturdido por el sonido. Ahora chilla una sirena. O quizá sea la voz agudísima de una mujer. Ultrasensibilidad: La cerveza es una ola de microburbujas que baña una lengua inmóvil y árida. La cerveza parece agua. Y todo esto dura un instante en el que yo creo -el cerebro cree- estar sumido en una secuencia que dura horas sin explicación.-
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(imagen extraída de aquí)
1 comentario:
Excelente! cuántas imágenes pasaron por mis retinas al leer esto...
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