No me di cuenta. Qué se yo. Se me patinó el changuito y no lo supe calibrar: soy ligeramente torpe para el manotazo a tiempo. ¿Perdí la mística, eso querés decir? ¿Se fugó mi espíritu amateur, la imprudencia de los amantes atletas? Nunca tuve predisposición para el deporte sano y gustoso, el jogo bonito y yo nacimos para el divorcio, es una cuestión genética. Igual, sigo teniendo mis arranques ganadores, no lo niegues. A vos te gustaba mi ácida retórica jamás bien intencionada. Yo mismo -creo- te gustaba. Supongo que lo arruiné. Pero de verdad, no lo vi venir. A mí tenés que hacerme luces, no sé leer entre líneas y tengo problemas de vista: otra herencia del abuelo, un motivo más para que te busques un aliado con menos malformaciones congénitas en el riñón podrido del espíritu. Tampoco tengo aura: no recuerdo si te lo dije cuando nos conocimos (perdón por eso, ¿vale como mentira?). Si me ves bien, mi campo energético es todo de color bordó tirando para negrito, y todos sabemos que el bordó tirando para negrito es un color de mierda. Alejate de mí. O mejor no. Quiero que te quedes, aunque más no sea para hacerte de fóbico sparring -eso sí me sale bien-, sin siquiera hacerme ilusiones de algún día volver a ser tu partenaire.-
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