domingo, 25 de mayo de 2008

Lugano


El oficial Calotti se abrió de piernas frente al inodoro del baño de la casa donde encontraron a los narcos. Paquete de merca entre las manos, toda una bolsa de la más fina cocaína en estado puro. Con tan solo un poco de la bolsa podría emprolijar su rancho en Lugano, comprarle algo de ropa a las hijas y quizá hasta le alcanzara para unas vacaciones con la familia y la suegra. París, pensó Calotti, que intentó sin éxito ubicar a Francia en un mapa mental. Quién se enteraría: habían llegado antes que los medios, que los abogados y que los curiosos. Habían llegado antes que todos, y lo primero que hizo el comisario Veraldes fue tirarle en el pecho un paquete a Calotti mientras le decía pesala y tirala en el baño. ¿Veraldes habría querido decirle otra cosa? ¿Es usted boludo, Calotti? y Calotti que se aferraba a la merca, metía la mano en la bolsa y la sacaba, hundía la nariz en el polvo blanco, aspiraba para luego temblar, mezcla de miedo y excitación, adrenalina pensó Calotti, esa es la palabra y abrazaba el paquete: la transpiración bajaba por su frente hasta los ojos. Adrenalina repitió una y otra vez, mientras vaciaba el contenido de la bolsa y apretaba el botón del inodoro.-

1 comentario:

MSR dijo...

Dudo que queden oficiales como Calotti...
Un gusto, Juan Bautista