martes, 22 de junio de 2010

tobogán

Entiéndase al silencio del Ruso -al volante del Chevy SS plateado, y él mismo escondido debajo de un disfraz de la Pantera Rosa, concentrado en acelerar y esquivar los autos que van de paseo por la Ruta 2- como un gesto de buena educación: él sabe que yo, así, con tres plomos en el abdomen y enfundado en este traje de mierda del Hombre Araña que por si fuera poco me pica y da calor, no voy a llegar vivo al hospital más próximo, y en caso de llegar, no sé qué enfermera débil mental podría darnos atención médica sin siquiera preguntarse -preguntarnos, preguntarle a un supervisor- de dónde carajo vienen dos borderlines vestidos como en el trencito de la alegría pero sin tanta alegría porque uno de ellos tiene tres tiros en el estómago y una hemorragia para pintar paredes. Digamos que sí: el robo al pelotero Magic Balls of Newcasttle Tapiales -propiedad de la gorda Zulma, narcotraficante de poca monta y regenteadora de putas en los baños del mismísimo centro recreativo infantil- no salió del todo bien. Y es que jamás contamos con que la gorda Zulma abriría fuego a escopetazos frente a los chicos del cumpleaños de Tomy, el nene del barrio al que le falta la pierna izquierda, y mientras la madre llevaba la chocotorta con velitas a la mesa. Tampoco tuvimos en cuenta -ni la Pantera Rosa ni yo- que las gemelas fantásticas -dos de las disfrazadas heroínas cocainómanas del pelotero y atolondrado dúo deluxe del puterío de la gorda Zulma- nos venderían, le pasarían el dato al cornudo de Batman, que como se quedó afuera de la rosca, aprovechó también para cagarnos a tiros desde la base del tobogán inflable.-
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(imagen extraída de aquí)

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