Me gustaba más cuando mentías. Ahora toda tan sincera, tan tu vida real, tan delirio de Starbucks y de la mano de él -que es uno de los accesorios más incómodos que te vi cargar-, sos una calcomanía del verano pasado en Las Toninas. Tu vida real es aburridísima. Y él me da sueño. Lamento que hayas cambiado el infame parque de diversiones que arrendábamos en el descanso de la escalera de mi edificio, por la inestable comodidad de sus besos dos estrellas. Cómo pudiste. No es retórico, te lo pregunto porque me intriga: cómo pudiste hacerlo. Y mirá que yo tengo criterio, pero él es un amante de enciclopedia, paseador de perros de peluche, un estante mal colocado, un Botero con anorexia. Él es tan tu vida, y tu vida tan monótona, y tus palabras tan obvias, que hasta dan ganas de no (d)escribirte. Te pido que al menos dejes de atormentame con tu felicidad de hamster suelto en un shopping, aunque no creo que te lleves tan bien con ese tipo. Insisto: él en nada se parece a mí, y ya por eso -soberbia aparte- me arriesgo a dudar. Si vos siempre quisiste juerga y delirio, o al menos un hombre con un toque más de ideas. A ese muchacho no se le cae ni el pantalón. Y hasta te habrá pegado el error de vivir sin inspiración, vos que fuiste tan arriesgada, tan aventura, tan voraz. Hoy sos una señora sin trampas, y sé que te ofende más ser una señora que una trampa.-
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3 comentarios:
Hermoso.
Ese enojo mesurado, de chico bien educado, está muy pero muy bien narrado, por la voz de un hombre lastimado.
;)
como dice mi maestro: ojo que en los aciertos de los escritores pueden estar sus defectos. se me ocurren las palabras abuso y recurso. lo demás, hermoso.
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