Desde chica me gustaba que me vieran desnuda. Cada vez que mamá se acercaba para decirme que no subiera la persiana porque los obreros todavía trabajaban en el edificio que daba a nuestro balcón en la casita de Alberto -ese novio de mamá que vivía en Ciudadela-, yo no le hacía caso y abría la cortina, la persiana y las ventanas. Los veía a ellos, todos en fila, detrás de las medianeras sin terminar, ellos todos de azul, transpirados, sucios, uno junto al otro, calentándose por una nena de doce años que se desvestía para ellos pero sin mirarlos. Me cambiaba todo el tiempo para que se quedaran ahí, usaba los tacos altos que me prestaba la prima Inés, esos que a ella le andaban medio chicos y que siempre la habían hecho más fea. Inés nunca fue muy linda y no sabía ni caminar con zapatos. Pero yo sí. Entonces me pintaba, fingía tener un espejo en el cuarto y me delineaba los ojos con rimel, acomodaba mi ropa interior, la dejaba sobre la cama y nunca sonreía. Vos tampoco sonreíste cuando te pedí que antes de pasar al cuarto, permanecieras en el balcón para ver cómo me desvestía detrás de la persiana entornada. Al decírtelo, miraste raro. Tenías miedo. ¿Tenías miedo? Sólo quería que me vieras desnuda sin que yo te viera, que disfrutaras de tu curiosidad masculina sin sentir ni lo más mínimo de culpa, y sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. Así de tonto: yo con doce años y vos como un obrero.-
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5 comentarios:
No se delinean con delineador los ojos?
Qué fantasía, Chirusita, eh!
Me hiciste acordar a la película
En sus zapatos con Cameron Diaz
Las fantasías son de lo más experimentales.
"Te pido algo, antes de pasar al cuarto, permanecé en el balcón"
Suena poco verosímil.
Perverso polimorfo
Hace rato que no subo a la terraza por culpa de los obreros de al lado, que por más que esté "en pijama y sin maquillar", siempre tienen algo para decir.
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