No pienso en nada. No vuelvas a preguntarme. Es un blanco insípido. Blanco. Nada. No va a cambiar ahora. No quiero que cambie. Es blanco profundo y así está bien. Podría ser negro, pero esta vez es blanco. Es un vacío, un globo blanco, un vaso de agua sin agua ni vaso. Una canción sin letra. Como esas musiquitas de espera, pero con la certeza de que nadie atenderá. Una oficina del Congreso el 24 de diciembre a la noche. La muerte de un NN. La risa de la claque, zapatos en zapaterías, helados en heladerías, putas en puteríos. Un pensamiento sin pinzamiento. La cabeza en silencio. Luces que se apagan a la noche, y yo que siempre dormí con la lamparita del baño encendida, ahora te pido que no me tortures con una respuesta en monosílabo, con tu histeria cíclica y la duda clínica, el humor cínico y el afecto esporádico. Si de esta forma nos llevamos bien, sigamos. Estoy cómodo sin tanto petardo y sentimentalismo de obligación. El blanco me sienta bien. No me fuerces a ser ingenioso. Cuando me meten presión soy un jugador bilardista, y en esta casa siempre conservamos un cariño de 5 inspirado, generoso y con ribetes maradonianos. Pero está lesionado. Dejémoslo así. El blanco no nos daña, pero tranquila, para tu felicidad, también sé que no lavará todo lo que no nos dijimos. Pero este es mi momento de blanco violento. Feliz blanco para vos también.-
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1 comentario:
la vida en colores, me gusta esa manera de narrarla
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