miércoles, 1 de abril de 2009

Alfonsín


Me enteré de la muerte de Raúl Alfonsín luego de haber escuchado un tema de Jonas Brothers y antes de que la inexplicable euforia de la conductora del programa de radio FM, arengara a todos los chicos del mundo a participar del sorteo de una puerta firmada por una serie de artistas pop que en su gran mayoría, desconozco. Esa misma conductora presentó la canción, y con atípica solemnidad, informó que Raúl Alfonsín había muerto hacía apenas 25 minutos, a un público que preguntó a mamá ¿quién es ese señor? Entonces silencio, por respeto y protocolo, y de fondo, Jonas Brothers se desvanece en fade out.
Mi abuela dice que Alfonsín es el padre de la democracia. Todavía me pregunto quiénes serán los hermanos de esa misma democracia que hace poquito, en diciembre, cumplió veinticinco años: es un adolescente del tercer mundo, con algunos delirios de grandeza, ánimos de superación y algún que otro acierto aislado. La democracia es algo así como un estudiante en plena crisis vocacional, un nene que de a ratos pide hacerse un hombrecito.
Hoy miércoles, a eso de las 10.15, la puerta del Congreso -devenido en casa velatoria- ya estaba organizada por un vallado y cinco granaderos. Carlos Reutemann, Carlos Saúl Menem y Eduardo Duhalde permanecen allí, siempre visibles en forma de corona floral. Más allá de la impronta partidaria –habían banderas de la UCR, claro- unas 4 mil personas formaron una fila para ingresar y ver al ex presidente, que “estaba chiquito, justo detrás de unas sogas”, revela Norma, que también es abuela y dispara: “con él, empezó y terminó la democracia, vamos a decir la verdad. Vos pensá que tengo 66 años, yo lo viví. Y también te digo que aunque soy radical, voté a Menem en su primer mandato. El primer gobierno de Menem fue muy bueno, eh”. Norma explica que hoy es un día muy triste, para ella y para todo el país. Lleva en su pecho dos cintitas: una celeste y blanca, y otra roja.
Junto a Norma, hay otras mujeres con gorros blancos: las boinas que hicieron campaña en el ‘83. “Fue un referente de la honestidad y la democracia, en un momento muy especial del país”, reconoce María Elena, con un ramo de flores lila en la mano. Además de esas generaciones que tuvieron la oportunidad de votarlo e incluso de no votarlo pero de recordarlo ahora como una gran persona, están los jóvenes: son muchísimos, algunos no tienen más de dieciséis años. “Es un ejemplo”, explica Maximiliano, que salió de la facultad y luego de buscar la aprobación en los ojos de sus compañeros de clase, le compra un chipá al tipo que ofrece la mercadería a los que aguardan en la larga e inconstante fila. No se sabe quién es el último. Sólo se dan cuenta de que la democracia –o su padre, vaya uno a saber- muere en las puertas del Congreso.

3 comentarios:

msp dijo...

NNN tenía que estar allí y documentarlo.
Documentarlo sólo como NNN podía hacerlo.

Anónimo dijo...

Muy bueno, Juano!

Armonia dijo...

genial!!!!!!!!!! muy muy bueno! Anabel!..