Desde la lona todo es más fácil: las luces parecen jirafas, y los gritos del público son una música cálida y azul. Desde la lona no hace falta pensar en el instante que le sigue al momento. No hay deudas, ni sobredosis, ni hambre, ni responsabilidades, ni expectativas, ni mujeres, ni apuro. Desde la lona, uno le sonríe a la oscuridad de un cielo raso. Y el cielo no responde. En ese primer encuentro con la lona, el placer es un orgasmo que no debe superar los diez segundos. Diez segundos de blanco, de saludar a mamá, oler el pan recién horneado, dar una vuelta en bici, y entonces abrir los ojos para encontrarse, otra vez, en la lona.-
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(imagen extraída de aquí)
4 comentarios:
La lona puede ser un buen punto de partida...
Sí, sí!
Y de llegada también.
Digo, no?. Beso.
¡Tipeame bien el "desde" de la quinta línea, porfavortelosuplicoquemeexaspeeeeeera!
Gracias, Aldy.
no desespere, amiga.-
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