La diferencia entre un lugar tranquilo y Saladita -pueblito cordobés de unos tres mil habitantes, capital del chorizo de soja- es que Saladita está muerto. Muñiz nos recibe con el mismo pantalón corto de All Boys, que tiene la misma mancha en el mismo lugar que la otra vez. Sus ojotas son el resumen de los días en el lugar: simples, corrientes, aburridos. Acá nunca pasa nada, asegura y sonríe: muestra una boca irregular, desencontrada, dejada al igual que su perro, la casa y su esposa. En el pueblo, la moda pasó de moda: las mujeres están excedidas de peso y se visten para no pasar frío porque saben que no hay nadie a quien agradarle. Todos los hombres se conocen entre sí, y hay un severo pacto de fidelidad, más entre los propios varones que entre las parejas. Muñiz tiene un cáncer desconocido para los médicos del lugar. Muñiz jura que prefiere morir en su casa, que no necesita remedios, que cuando haya que pirar, él estará listo. La gente de Saladita vive con agrado esa suerte de paz que trae aparejada la ignorancia: no conocen el dengue, y están convencidos de que la fiebre porcina es un invento de los Estados Unidos. En Saladita, la resignación despierta con las primeras luces del día y así se queda hasta las ocho de la noche. Eso sí, duerme la siesta de dos a seis, como corresponde.-
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(Esta imagen forma parte de la galería NadieNuncaNada en Flickr. Ya podés ver las nuevas fotos haciendo clic acá)
3 comentarios:
La moda pasó de moda, muy bueno. Eso le habría gustado a Holden Caulfield.
Me hice el culto, perdón. No tengo una biblioteca llena de libros.
...o la moda no me incomoda je
No, me encantó como escribis. Te dejo un besote sin más que acotar...
Saladita está en extinción?
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