Es un error muy común creer que la Justicia es la justicia. O que los abogados son apóstoles de la verdad, peregrinos del Derecho y buscadores de la equidad. El abogado es, de a ratos, un mercenario más que necesario para hacer de este sistema -injusto, poco equitativo y azaroso- una herramienta con algún valor. Si usted cree que el abogado persigue la justicia, que un tribunal imparcial e independiente siempre debe fallar a favor del que tiene la razón -y usted siempre creerá que tiene razón, y eso parece lógico-, sepa que del otro lado, alguien entiende lo mismo que usted, pero para su propio bienestar. Sepa también que la Justicia es un instrumento falaz, conducido por buenas, malas, regulares e incoherentes personas honestas y runflas que sienten, piensan, se dejan extorsionar o invitar a tomar un café para recibir por debajo de las mesas de los bares de tribunales, algún que otro sobre. Pero por favor, no se alarme, no sea papafrita. Eso pasa en todos lados, y por más que sea un lugar común, no deje de tenerlo en cuenta. Malandras habrá en la panadería, en el taller mecánico y en las boleterías del subte. Hasta en la política: si usted es de los que creen que para hacer política hay que ir al Congreso, le pido encarecidamente que vuelva a leer este brevísimo manifiesto ad hoc. La política no es sólo de los políticos, y la justicia no es sólo de la Justicia: hágase un poquito cargo, ¿Quiere?.-
.
.
(imagen extraída de aquí)
1 comentario:
Juan, muchacho, hay que hacer algo con lo que vos escribís. No digo un tratado, pero por lo menos un manual, una guía, un GPS de la bruta cotidianidad.
Ciro
Publicar un comentario