Despierto, preparo las tostadas, pienso en vos.
Trabajo, lo suficiente para vivir sin que nadie me pregunte en qué estoy pensando.
Trabajo y es un reflejo. Pensar en vos es un deporte. Un hobby.
Llego a casa y la beso a ella, pero en verdad pienso en vos.
Enciendo la tele: tsunami, estamos a las puertas de un desastre nuclear, una vedette se peleó con la princesa de Holanda, cada vez hay más certezas sobre los riesgos de inyectarse aceite de aviones en los cachetes del culo. Atención, travestis del Bajo Flores.
Parezco muy preocupado. Pero sólo estoy pensando en vos.
Ella me mira, está pensando en mí, mientras yo sigo pensando en vos -para no variar.
Si me afeito, pienso en vos.
Si te gustaré así.
Me baño antes de ir a la cama.
Imagino cómo sería bañarme con vos.
Salgo hirviente de la ducha hirviente.
Tengo sexo por instinto. A todo esto, pienso en vos.
Me hago el dormido. Me da más tiempo para pensarte.
Ella no hace preguntas. Sólo pide que la abrace. Accedo.
Cierra los ojos. Yo los abro. Rezo.
Pienso en Dios.-
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(imagen extraída de aquí)
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