Le pusiste wasabi a mis nighiri, salsa barbacoa a las McNuggets en pleno bajón, y hasta me tomaste la mano en el momento indicado en el lugar indicado en la playa de estacionamiento menos indicada pero me diste el beso preciso para hacer de toda mi noche una gran farsa, la mejor burla de todas, para reirte de mí mientras Sexy Sadie te dibuja en la cara una sonrisa de rebelde de boutique, más boutique que rebelde, y yo más amante que amigo porque así funciona. Después, las preguntas: un dúo de hermanos yonquis, reflejo de una adolescencia con necesidades básicas más que muy satisfechas, tal vez demasiado, tal vez empachados de guita y arte y progresismo de Palermo Soho -y vos qué, te comiste una bandeja de pescado crudo, careta-, pero también estuvo el silencio, el oficio, y aunque nunca te parezca yo te miré, mientras preguntábamos ya sin tantos prejuicios, por debajo de mis ojos casi asiáticos yo te vi venir, y a tu boca, y a tu perfume, y al check in (...), y a tus ojos también los vi, porque aunque no lo creas yo veo, y a veces escucho, y ahora, de día y con algo de sueño, en mis oídos el iPod me devuelve un Back to Black que te juro, jamás volverá a ser el mismo.-
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(imagen cortada, extraída de aquí)
3 comentarios:
juani, me parece que el mal de amores nos está pegando...
besos
muero por saber a quien le escribiste esto.
A mi.
Un flash releerlo.
Confieso que sentí algo de escozor.
Saludos.
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