jueves, 15 de octubre de 2009

Floripa

El bebé nace, y si tiene suerte hay una madre dolorida pero emocionada, un padre nervioso, un doctor que corta el cordón umbilical. Si hay suerte hay una sala de espera, la abuela que llama a los tíos que no pudieron venir, los tíos que pudieron venir con un festejo improvisado en medio del olor a hospital. Entre toda esa suerte habrá una nursery, una manta color celeste, más bebés con más o menos suerte. Después de un tiempo el bebé crece, frente a una computadora, los rasti o juguetes improvisados. Habrá el uniforme del colegio privado, un guardapolvo blanco o la expectativa de salir del pozo. De todas formas habrá intercambio de figuritas mundial '94, mundial '98, tristeza mundial por no tener nada para cambiar. Si hay suerte con las mujeres habrá una, dos, diez personas a las que invitar a salir un viernes a la noche. Se abre una gama de drogas, alcoholes, placeres para cominar. Habrá calles que cruzar sin ayuda de los padres: caminar en rojo, aguardar en amarillo, esperar en verde. Con el tiempo se acercará un tipo dispuesto a cagarte siempre, un tipo dispuesto a cagarte cuando pueda, un tipo dispuesto a darte una mano cuando pueda. Uno se queda con lo bueno, con lo que tiene al alcance, o con la ilusión de algún día tener algo. Pega un laburo interesante, asciende por mérito propio, por mérito de alguien más o retrocede por el mérito de algún otro bebé que tuvo más suerte hace unos cuantos años. El trabajo te aleja de una mujer insulsa, te posiciona en el engranaje cotidiano o te acomoda en el lugar correcto. Si hay suerte habrá una quincena de vacaciones en Floripa, en Aguas Verdes o en una casa precaria. Los días se pasan entre decisiones insignificantes. La vejez es un geriátrico en el conurbano, en casa de los hijos -con o sin suerte-, o en la compañía de alguien que hace que aguardar el cajón sea un poco menos tedioso. Si hay herencia habrá una parcela privada, sino será el cementerio estatal o las cenizas desparramadas en algún lugar no visitado en vida. Al fin y al cabo, todos se encuentran en el mismo sitio, deseando una vez más volver a ser el bebé con su felicidad de buen salvaje.-
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(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

Marian dijo...

interesante...suena desesperanzador y a la vez habla de lo único que conocemos: la vida.