Carmencita se acaricia el vientre inflado, su mano pinta círculos sobre el bulto color azul que se le hace cada vez que se pone ese vestido tan lindo, aunque todo le queda chico, pero le queda divino porque las mamás son divinas, y se toca el ombligo y mira los ojos de Adriana, que quiere llorar pero no lo hace ni lo dice pero yo lo sé, porque siempre quisimos tener un hijo pero vaya uno a saber por qué Dios no quiso, y Carmencita que tiene tantos hijos como caprichos en las tardes de domingo, Carmencita sí que tuvo suerte con ese tema, ella sí pudo concebir, festejar, tomar vino blanco, pensar un nombre, comprar escarpines y cambiar pañales, y lo hizo ya varias veces, y Adriana ni una, nosotros con Adriana no pudimos y cada vez que aparece por casa Carmencita con esas facturas que revientan de crema pastelera, Adriana es una sombra, la veo morderse los labios y rezongar porque en esta casa siempre hay hormigas y vos que tenés la gentileza de traer facturas y se llenan de bichos, cosa de no creer, y Carmen que bueno, no importa, y le muestra la panza de siete meses a una Adriana deprimida desde hace años, y mientras Carmencita se ríe de las patadas de un bebé inquieto, la pena de Adriana me observa y ella misma se lleva a la boca otra factura para morder la angustia, la crema pastelera, el azúcar a medio quemar y un puñado de hormigas negras.-
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1 comentario:
Precioso, re lindo, me conmoviò.
Y claro, tiene relaciòn con que fui operada hace unos años por un tumor en el ùtero y justo este mes estoy con los anàlisis para saber si puedo ser mamà de Bautista. Es que todavia no pensè en escarpines rosados...
un besote!!!
Vero.
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