Presionar con dos dedos, fuerte, más fuerte, duele, ay, me hacés mal, despacito, ahí viene, creo, más fuerte, ay: pus. Después sangre, un líquido rosado, sangre, algo de pus, alcohol, me arde, curita, se me acabaron, ponete papel higiénico, papel blanco sobre la herida que ahora es papel blanco manchado de rojo. Sonreís. Qué alivio. En unos días no tenés nada, perdé cuidado. Cualquier cosa, me venís a ver. ¿Ahora te hacés el dermatólogo? No, digo, que me vengas a ver, te ayudo con esto, la espalda es un lugar difícil de llegar. Conozco el camino. Lo sé, es tu espalda. No, me refiero al camino para llegar a tu casa. Ah, no sé cómo, pero está bien. Sí, porque antes venía a hacer inglés por acá. ¿Y aprendiste mucho? Maso. Ah, qué interesante. Me tengo que ir, pero pasá cuando quieras. Dale, voy a pasar, no sé cómo seguirá esto. Bueno, cuidate la espalda. Sí, me la cuido. Te olvidás tu cepillo de dientes. Ah, sí, este es el viejo, creo que también dejé mis pantuflas acá hace unas semanas, ¿Puede ser? Todo puede ser...¿Las tuyas son las negras? No, las mías son las de piel de zorro. ¿Mataron a un zorro para hacerte unas pantuflas? Son sintéticas, creo. Creés...Pasate alcohol por la espalda. Dale, vos pasate por casa algún día, si querés.-
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(imagen extraída de aquí)
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