A mí siempre me quedará Marte: un afecto desmesurado, enrojecido y que vuelve. Él -quien hoy duerme con Marte- no sabe pero intuye que acaso ella volverá conmigo cuando yo lo necesite. Marte y yo fuimos...una foto en el cajón de mi cuarto -dentro de un sobre amarillo-, ella me dedicó sus últimos días sola, me dejó las ganas de fumar y un cabello suyo adentro de un libro que jamás pude terminar de leer. Marte, a vos que de a ratos sabés escucharme, te sorprendería saber que todavía guardo ese libro y tu pelo larguísimo. Marte, vos -usted- y yo sabemos que este cariño de hermanos rebeldes no se acaba ni aunque cada uno tenga una pareja. Porque Marte -señora roja, luz del verano, amante devota- nosotros fuimos algo más que una temporada de escondites, infidelidades y cine de trasnoche, de escaparnos en el tren Sarmiento, de hablar el código que todavía empleo, de pensar y dibujar y proyectarnos juntos. Marte, vos siempre serás la mejor fotografía de un momento intenso, guardada en ese sobre amarillo que firmaste y en el que me llamabas de la misma forma en que hoy me nombra Ella, y no creo que sea una casualidad.-
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