Podés estar tranquila de que nuestra PyMe sentimental traerá beneficios, siempre y cuando dejes que yo administre mi mundillo literario, mis palabras, los libros y las musas. Entonces: dejá que te engañe aunque más no sea en la prosa, que busque a otras mujeres, que las penetre con lo más fino de la sintaxis y la profilaxis, que las toque, las quiera, las duerma, y me acueste con vos y con todas ellas en la misma cama ficticia, pero a mi juicio, real. Porque yo necesito mi mundo, en el que creo. Entiendo que vos prefieras una enciclopedia made in mi pluma adicta a tus encantos, que yo sea un monaguillo devoto de nuestro amor cristalino, pero eso, mi vida entera, es una irrealidad imperdonable. Yo seguiré pensando en otras mujeres. Siempre lo hice, con todas, y así funciona la mecánica inspirativa. Sólo te prometo tener la decencia de no decirte que lo haré, ni confesarte con quién se desvela mi celo literario. El trencito marchará parejo, pero no me desacomodes la estancia que acá los peones, las remolachas y las codornices del sueño de la huerta propia, los administra quien cosecha, cuida y reserva. That's me.-
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6 comentarios:
Genial!
ups, alguien se puso celosa parece!
nnn te banco
cuánto anónimo por acá.
por mi parte felicito a la mujer, que no sobran las que logran aceptar esta cuestión.
saluditos!
la literatura suele ser un límite.
Como siempre, sublime. Es en la literatura donde podemos elegir otra dirección en el jardín de senderos que postuló el viejo ciego, facho y escritor brillante.
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