miércoles, 2 de febrero de 2011

brackets

Hoy la marea dejó en la orilla dos lobos marinos muertos y Ella no tuvo mejor idea que arrastrarme hasta Uruguay para decirme que estaba embarazada. Con la excusa de una sorpresa, me obligó a contratar de apuro un tiempo compartido, señar un pasaje de avión a un precio infladísimo -temporada, señor, todos quieren viajar en esta época, explicó un empleado de treinta años y con brackets- y a malvender los pocos dólares que había ahorrado. Todo para decirme -decirnos a mí, a una porción de rabas agonizantes, a una cerveza y al mozo que nos traía la cuenta- que tendríamos un bebé, y que eso -un hijo, la responsabilidad y el compromiso de comprar una cuna- haría más sólido nuestro matrimonio en compota, la relación que desde hace tiempo y por cobarde jamás logré cortar. Allí, drogado entre los médanos de un lugar en el que nunca había estado, me pareció ver una pareja de extranjeros desnudos teniendo sexo. Nadie que tuviera un hijo podría exhibirse así, con descaro y sin preocupaciones. Más allá de los extranjeros, la manada de adolescentes acomodados, hippies de Blackberry que recién adentrados en el goce de su libertad condicionada al sueldo de papá, juegan a la experiencia de irse solos. Y frente a mí, la violencia del mar verde, que de a poco, rodea los cuerpos de dos lobos marinos que ya comienzan a pudrirse, así de muertos, de solos y sin cría.-
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(imagen extraída de aquí)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

welcome back, estimado nnn.-

Kurtiopa dijo...

Has dado justo. Es verdad, creo lo que exactamente querías decir pero no tengo la plena seguridad. Asi que, me callaré. Escucharé ahora "Bitter Sweet" y pasaré de lo que no tiene arreglo.

Mariana dijo...

lobos marinos muertos a orillas de un abismo como lo es, casi siempre, la paternidad.
:)