No debiste haber filmado ese video porno. No sin mí. No con él: camarógrafo amateur y con Parkinson, en evidente principio de ancianidad por el temblor de esa cámara que ubicada desde arriba, se movió lo mismo que si hubiesen estado en un barco, porque entiendo que ese video no fue grabado en un barco, o ahora vas a decirme que andás sacándote mis fantasías sexuales con cualquier adolescente sin pulso. Y no entiendo por qué con él y no conmigo, si creo haber revalidado varias veces mis credenciales de actor de oficio, si cada fin de semana yo era voz cantante en las reuniones familiares, y en la intimidad de nuestra casa, no hubo noche en que no montaras escenita de cuarta y aún así, yo siempre de zapateo para con la cantaleta que me pusieras. No te fue suficiente mi versatilidad. Querías un principiante. Un pelotudo. Querías subirlo a internet, sentir la libido de los nerds que se manosean en los locutorios de Flores. Querías todo y yo sólo te quería como ahora te tengo: inmortalizada en un accidente de dos minutos y treinta segundos, muda de sexo, con los ojos tan abiertos y sin reproches.-
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