Veámoslo de este modo: las vísperas de las fiestas, esos últimos días que nos separan de las cenas y los regalos, suelen invitar al trabajo compulsivo y caótico. Ese mismo trabajo a granel, convoca a olores indeseables, recurrentes en verano, pero al tener menos tiempo para bañarse -porque hay que trabajar más, o al menos resulta una buena excusa para el zorrino de siempre- la gente emana hedores que pueden resultar insoportables. Es así como algunos vendedores -libreros, jugueteros, floristas y hippies en las plazas- son perfectamente reconocibles por el muerto bajo el sobaco más que por su tarjeta identificatoria con el nombre y apellido. De lo que el capitalismo quizá aún no se haya dado cuenta, es que los malos olores hacen que la gente se encuentre en los locales más de paso que otra cosa, porque permanecer allí puede resultar una tarea insalubre.-
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3 comentarios:
Es por ello que en una época, un comercial rezaba...."rexona, no te abandona"....Es cierto!!!!!
El otro día en el subte casi me descompongo. Tengan piedad!!!!!
Beoss navideños.
Muy cierto.
esperandoelpernocte.blogspot.com
Creo que no hace falta que sea víspera de Navidad para que ocurra esto que describís. Mucha gente vive todo el año con el muerto bajo el sobaco (iiiuu!)
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