miércoles, 7 de octubre de 2009

oxidada

Mi lugar más triste queda justo a un lado de la vía, donde se junta la mugre de los ríos secos, alcoholes vencidos y el descarte de las lluvias que arrastran esperanzas cartoneras. Ese lugar siempre me queda muy cerca: cada vez que cruzo la vía, intento ni mirarlo. Es una canaleta oscura, oxidada y anónima, y en las noches, los borrachos se juntan para orinar y caerse muertos. Nunca me olvido del rincón entre las vías y el pasto, es una fosa de latitas vacías y chapas despintadas, y si hay suerte no hay agua estancada, y siempre se encuentra algún que otro perro muerto. Es el peor rincón de mi cabeza, de mi barrio, de mi popio fondo. Si por esas cosas me encuentro mareado, cierro los ojos para estar lejos de la vía y sus trenes que pasan. Me gustan los trenes aunque sé que no llevan a ningún lado. Es peligroso el rincón de la vía. Uno nunca sabe quién puede pasar por allí. Se huele la podredumbre de los deseos propios. Allí no hay palabras ni razón ni consuelo. Pero mi rincón menos conocido, el espacio que dejo entre la diplomacia y la sonrisa de compromiso, es a la vez la mueca más genuina.
Fumando y de invierno, ahí te espero.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

karinaloca dijo...

qué lindo juanbautista! creo que todos tenemos un lugar triste, aunque yo personalmente trato de ir cada vez menos al mio y hago las citas en mi lugar más feliz!